Promete cambiar la forma en que la gente usa las computadoras, lee libros y mira televisión...
Pero habrá que hacerlo a la manera de Steve Jobs.
¿Qué es lo maravilloso del iPad, que se comenzó a vender en EE. UU. en la mayor oleada de despliegue publicitario de los últimos tiempos? La respuesta fácil es que es un producto de Apple, y siempre se espera cosas grandes de Apple porque es dirigida por Steve Jobs, cuyo garaje en California fue el lugar donde nació la computadora personal, en 1976. Desde entonces, Jobs cambió la computación, haciendo máquinas que a la gente le gusta usar. Transformó el negocio del cine, comprando Pixar y marcando el comienzo de la era de la animación computarizada, y marcó las pautas del negocio musical con el iPod y la tienda de música iTunes. Luego llegó el iPhone, e incluso ahora, casi tres años después de la presentación del teléfono, ningún otro parece hacerle sombra.
El iPad es el proyecto favorito de Jobs. Es algo en lo que trabajó por años, incluso, según dicen, cuando se recuperaba de un trasplante de hígado. Jobs lo considera “un dispositivo realmente mágico y revolucionario” y, supuestamente, le dijo a su entorno que es lo más importante que hizo.
Por eso es que muchos corrimos a San Francisco en enero para ver de cerca la tableta milagrosa. Pero mi primera impresión, mientras veía a Jobs hacer su demostración, era que no parecía gran cosa. Era una versión grande del iPod Touch. Después tuve la oportunidad de usar un iPad, y lo supe: quería uno. Como los mejores productos de Apple, la interfaz de usuario es tan natural que desaparece. El iPad se ejecuta con el sistema operativo del iPhone, así que es más fácil de usar que una Mac. Como el iPhone, el iPad es un dispositivo elegante y delgado. Tiene una pantalla de 9,7 pulgadas, pesa sólo 680 gramos, y puede reproducir películas por 10 horas con una sola carga de batería. De inmediato pude ver cómo lo usaría. Lo tendría en mi sala de estar para revisar mi correo electrónico y navegar por la Red. Lo llevaría a la cocina y leería el diario en el desayuno. Lo llevaría en mis viajes de avión para ver películas y leer libros.
Tal vez eso no cambie mi vida, pero ¿vale 500 dólares? Sí. Listo. Vendido. Entonces, no sorprende que, al decir de muchos, Apple recibió 240.000 órdenes por adelantado del iPad, y algunos analistas calculan que podría vender hasta 5 millones de unidades del producto en los primeros 12 meses (en la Argentina se calcula que podría venderse a partir de mayo y su precio, si bien no está confirmado, rondaría los $ 3.000 —para este tipo de dispositivos los precios locales suelen ser el doble que en EE. UU.—).
Uno de sus primeros usuarios de iPad es Steve Wozniak, quien fundó Apple junto a Jobs. “Todos decimos que queremos que las cosas sean más simples, y ahora está aquí esta cosa sencilla. Pienso que será un gran éxito”, dice.
www.elargentino.com
Pero habrá que hacerlo a la manera de Steve Jobs.
¿Qué es lo maravilloso del iPad, que se comenzó a vender en EE. UU. en la mayor oleada de despliegue publicitario de los últimos tiempos? La respuesta fácil es que es un producto de Apple, y siempre se espera cosas grandes de Apple porque es dirigida por Steve Jobs, cuyo garaje en California fue el lugar donde nació la computadora personal, en 1976. Desde entonces, Jobs cambió la computación, haciendo máquinas que a la gente le gusta usar. Transformó el negocio del cine, comprando Pixar y marcando el comienzo de la era de la animación computarizada, y marcó las pautas del negocio musical con el iPod y la tienda de música iTunes. Luego llegó el iPhone, e incluso ahora, casi tres años después de la presentación del teléfono, ningún otro parece hacerle sombra.
El iPad es el proyecto favorito de Jobs. Es algo en lo que trabajó por años, incluso, según dicen, cuando se recuperaba de un trasplante de hígado. Jobs lo considera “un dispositivo realmente mágico y revolucionario” y, supuestamente, le dijo a su entorno que es lo más importante que hizo.
Por eso es que muchos corrimos a San Francisco en enero para ver de cerca la tableta milagrosa. Pero mi primera impresión, mientras veía a Jobs hacer su demostración, era que no parecía gran cosa. Era una versión grande del iPod Touch. Después tuve la oportunidad de usar un iPad, y lo supe: quería uno. Como los mejores productos de Apple, la interfaz de usuario es tan natural que desaparece. El iPad se ejecuta con el sistema operativo del iPhone, así que es más fácil de usar que una Mac. Como el iPhone, el iPad es un dispositivo elegante y delgado. Tiene una pantalla de 9,7 pulgadas, pesa sólo 680 gramos, y puede reproducir películas por 10 horas con una sola carga de batería. De inmediato pude ver cómo lo usaría. Lo tendría en mi sala de estar para revisar mi correo electrónico y navegar por la Red. Lo llevaría a la cocina y leería el diario en el desayuno. Lo llevaría en mis viajes de avión para ver películas y leer libros.
Tal vez eso no cambie mi vida, pero ¿vale 500 dólares? Sí. Listo. Vendido. Entonces, no sorprende que, al decir de muchos, Apple recibió 240.000 órdenes por adelantado del iPad, y algunos analistas calculan que podría vender hasta 5 millones de unidades del producto en los primeros 12 meses (en la Argentina se calcula que podría venderse a partir de mayo y su precio, si bien no está confirmado, rondaría los $ 3.000 —para este tipo de dispositivos los precios locales suelen ser el doble que en EE. UU.—).
Uno de sus primeros usuarios de iPad es Steve Wozniak, quien fundó Apple junto a Jobs. “Todos decimos que queremos que las cosas sean más simples, y ahora está aquí esta cosa sencilla. Pienso que será un gran éxito”, dice.
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