En medio de las negociaciones entre la Argentina y China por las supuestas trabas al ingreso de productos nacionales al gigante asiático, diferentes sectores de la industria nacional respaldaron ayer la política antidumping que puso en práctica el Gobierno nacional.
Quienes reivindicaron la estrategia defensiva fueron los empresarios de los sectores sensibles, con el presidente de la Fundación Pro Tejer, el textil Pedro Bergaglio, a la cabeza.
“Todos los instrumentos empleados de administración comercial de preservación y promoción del desarrollo de la industria local están amparados por las reglas de la Organización Mundial de Comercio y son legítimos”, aseguró Bergaglio retomando los argumentos que los funcionarios nacionales se cansaron de repetir desde el jueves pasado.
Sucede que, sobre todo, las pymes saben el poder de la invasión de los productos chinos y tienen un pésimo recuerdo de la década del ’90 cuando se inundaron los negocios con productos con los que era imposible competir.
El titular de Pro Tejer aseguró que se experimentan tres fenómenos relacionados con la relación económica con China que obligaron a poner a los empresarios en alerta.
Para Bergaglio, en la actualidad se puede advertir un “crecimiento desproporcionado de la importación de productos textiles y de indumentaria” de ese país, procedente de China, así como sospechas de “maniobras de subfacturación” y un “avance desproporcionado de la importación china a valores irrisorios se agudizó” desde la última crisis financiera.
En tanto, los metalúrgicos también se sumaron a la avanzada contra la competencia desleal y resaltaron las barreras que puso nuestro país. Esta defensa está relacionada con el crecimiento de la capacidad instalada de los orientales en la industria siderúrgica y la posibilidad de que los chinos comiencen a volcar los excedentes de esa producción en mercados como la Argentina.
En un comunicado, las autoridades de la asociación de empresarios metalúrgicos (Adimra) aseguraron que los roces provocados por el comercio de aceite de soja “se suman a los permanentes conflictos que surgen en materia comercial con el gigante asiático”.
Desde la cámara que encabeza Juan Lascurain se agregó: “Un ejemplo de ello son los planteos de los EE.UU. para que China revalúe su moneda y de este modo que los países capitalistas compitan en base a reglas lógicas y no en base a una competencia desleal, que sostiene una producción con fuerte subsidio y participación estatal, condiciones laborales extremas, una moneda fuertemente devaluada y el dumping como práctica habitual”.
Cifras. Pese al gran volumen de soja y sus derivados que la Argentina exporta al gigante asiático, la balanza comercial con ese país es negativa desde 2008, cuando arrojó un rojo de unos 700 millones de dólares. En tanto, el año pasado esa cifra trepó a 1.200 millones cuando se exportaron volúmenes por u$s3.600 millones y se importaron manufacturas por 4.800 millones de dólares.
Este año, y de ahí la preocupación de los empresarios, el proceso no parece revertirse, sino que confirma la tendencia. Sólo en los primeros dos meses de 2010 la balanza comercial dio negativa por u$s600 millones, es decir, un 50% del déficit de 2009.
Mientras los chinos se muestran interesados por los productos agrícolas, el 98,8% de las importaciones chinas a la Argentina corresponde a manufacturas de origen industrial (textiles, plásticos, calzado, máquinas y aparatos).
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