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07 julio 2010

NOTICIAS: Grecia es tres veces más insolvente que Argentina y debe reestructurar su deuda


7-7-2010 -
Lo dijo Nouriel Roubini, para quien en situaciones de insolvencia al estilo de nuestro país en el 2001, el apoyo vía FMI no sólo es incapaz de evitar el default, sino que puede agravar aún más el problema, causando más daño al país e, incluso, a sus acreedores. El ejemplo de Uruguay

“Es hora de reconocer que Grecia no sólo sufre una crisis de liquidez, pues se enfrenta también un grave problema de insolvencia, por lo que la respuesta política adecuada es la reestructuración ordenada de su deuda y no el rescate de la UE/FMI, que sólo servirá para retrasar su implementación, y además, plantea el riesgo de que se haga de forma desordenada”.

Quien hizo esta afirmación es el economista Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York y CEO de Roubini Global Economics, quien en un reciente artículo analizó la situación de ese país y la comparó con Argentina en 2001 y 2002.

¿Es Grecia un país solvente?
Roubini considera que en caso de que Atenas aplique con todas las letras el actual programa de austeridad fiscal, ello implicará un ajuste del orden del 10% del Producto Bruto Interno (PBI), que empeorará aún más la recesión actual que atraviesa.

En otras palabras, esto significaría otros tres años más de caída de la actividad económica al cabo de los cuales la relación deuda pública / producto se tornaría insostenible (145 por ciento).

Pero si la recesión se agrava y viene acompañada de una deflación, Roubini eleva ese coeficiente a 165% luego de un ajuste mucho más doloroso.

¿Es Grecia la nueva Argentina?
En una columna publicada en elEconomista.es, comparó la situación griega con la de nuestro país del 2001 al expresar: “si Argentina era insolvente en ese momento, Grecia ahora lo es dos o tres veces más”.

De la simple lectura de los indicadores, surge que la situación griega actual es sustancialmente peor a la que atravesó el país a la salida de la convertibilidad.

Quienes se oponen a una reestructuración de la deuda helénica consideran que provocaría grandes pérdidas para los bancos europeos y podría causar otra catástrofe financiera, al estilo Lehman.

Es por ello que el catedrático considera que un acuerdo ordenado puede evitar un daño sistémico mayor, mientras que aplazarlo podría dar lugar a un proceso desordenado, tal y como ocurrió en Argentina.

A lo expuesto, suma que:

* Si el rescate UE / FMI fracasa y se declara en cesación de pagos, las pérdidas para los inversores serían mucho mayores.
* El mercado ya operó como si se hubiera producido el default, ya que el valor de la deuda griega se negocia con una quita de entre el 30 y el 40 por ciento.
* Pero la mayoría de los bancos que poseen este tipo de deuda la mantienen “a finish”, por lo que la contabilizan a su valor nominal y asumen que este valor sigue siendo de 100 centavos por dólar, aunque el valor real sea ya más bajo.

Es más, en situaciones de insolvencia al estilo de Argentina, el apoyo vía FMI no sólo es incapaz de evitar el default, sino que puede agravar aún más el problema, causando más daño al país e, incluso, a sus acreedores.

Uruguay: el mejor ejemplo de esta política
Ante señales de posible incumplimiento los mercados se cierran, pero el dinero de los organismos oficiales permite a los inversores con vencimientos a corto plazo salir indemnes.

Sin embargo, cuando se llega al default, es decir en el momento en que los acreedores multilaterales retiran su ayuda, el resto de los acreedores se ven gravemente afectados, como se dio en el caso de Argentina.

Ésta es la razón por la que, en situaciones de insolvencia, los diferenciales de la deuda soberana no se reducen mucho, tal y como se observa en Grecia hoy.

Es por ello que, en palabras de Roubini, “la reestructuración preventiva y ordenada de la deuda pública es mucho más beneficiosa para la mayoría de los acreedores privados, para el propio deudor y para la comunidad multilateral que un rescate poco serio que finalmente, puede desembocar en una quiebra desordenada”.

Por otra parte afirma que estos recursos que provienen de organismos multilaterales pueden ser más productivos si se usan para limitar el daño colateral de la misma, en vez de malgastarlos en tratar de impedir una reestructuración que será inevitable.

Estos fondos también pueden utilizarse para ayudar a otros emisores soberanos de la zona euro en problemas, cuya deuda se enfrenta al riesgo de no refinanciarse si se diese un escenario de colapso desordenado de la nación helénica.

“Por lo tanto, una negociación ordenada, llevada a cabo desde el principio, puede minimizar de forma significativa las pérdidas sufridas por los acreedores de la deuda soberana”, manifiesa Roubini.

El llamado “Dr. Catástrofe” agregó que ello permitirá además, “despejar considerablemente las incertidumbres de los mercados sobre la posibilidad de que este proceso dé lugar a pérdidas tan grandes por las cuales el efecto sistémico sea inevitable”.

En el caso de Uruguay, se implementó una oferta de canje de deuda a los acreedores, que reconvirtió a la antigua en nueva, a la vez que los vencimientos se prorrogaron muchos años -de 5 a 15-.

Además, se puso un tope a la tasa de interés en un porcentaje muy por debajo de los niveles de mercado y no se redujo el monto adeudado, a diferencia de lo que ocurre en los casos de default absoluto.

¿Tiene posibilidades de éxito el programa griego?
Los analistas que defienden que Grecia puede lograr la sostenibilidad de su deuda, citan el fuerte ajuste realizado por Bélgica, Irlanda y Suecia, o el implementado recientemente por Letonia.

Sin embargo, según Roubini, los argumentos tienen poco fundamento, pues en el primer caso aquél se efectuó en un periodo de crecimiento, no de recesión prolongada.

En el caso de Letonia, el costo fue que la producción disminuyó en un 20% y, como consecuencia, el país se enfrenta ahora a una reacción política y social de gran envergadura.

Deuda, deflación, recesión, competitividad...
Debe quedar claro que una reestructuración de la deuda no implica que Atenas no deba hacer frente a un importante ajuste fiscal.

Más allá de los intereses que deba cancelar o que retome el camino del crecimiento, el país enfrenta un problema estructural de gran envergadura, que surge de la diferencia entre el déficit actual y el que sería necesario para estabilizar el cociente deuda pública / PBI en condiciones de tasas de interés normales y de posibilidad de crecimiento económico.

Por tanto, el principal ajuste que se debe exigir a Grecia tiene que ser de una magnitud suficiente para resolver esta situación, no el que derivaría de tener que pagar las actuales tasas de interés, que son insostenibles.

En caso de implementarse sólo se resolverá la sostenibilidad de la deuda pública, pero quedan otros problemas: la pérdida de competitividad de la economía y la consiguiente debilidad del crecimiento, que se debe a muchos factores:

* La caída de las exportaciones en los mercados emergentes debido a que éstas exportaciones se basan en el trabajo intensivo y en el bajo valor añadido,
* El aumento de los costos laborales unitarios, que tiene su origen en una década de crecimiento continuo de los salarios por encima de la productividad, y
* La fuerte revalorización que experimentó el euro entre 2002 y 2008.

Dejando a un lado la posibilidad de que abandone el euro, las opciones realistas para su recuperación pasan necesariamente por una depreciación de la divisa europea.

Las otras dos propuestas de solución a los problemas de competitividad -la deflación y las reformas estructurales- no son ni realistas ni viables, señala Roubini.

Una deflación durante 5 años de los precios y de los salarios de entre el 20 y el 30% no es viable, porque está asociada con una recesión duradera y ningún régimen social o político puede permitirse el lujo de sufrir una caída en su economía cada vez más profunda durante cinco años o más.

Argentina acudió a la deflación para ganar competitividad y se declaró insolvente después de tres años de profunda recesión.

Además, la recesión y la deflación, lejos de resolver el problema, agravan aún más la insolvencia de la deuda pública, ya que la caída tanto real como nominal del PBI aumenta drásticamente el valor real de la misma y del cociente deuda pública/PBI.

La opción alternativa a la restauración de la competitividad consiste en seguir el modelo alemán, que se basa en la aceleración de las reformas estructurales, incluyendo al sector empresarial, aumentando así la productividad y limitando el crecimiento nominal de los salarios, con el fin de que los costos salariales disminuyan con el tiempo.

Sin embargo, esta solución no es viable en todos los países, a pesar de que, sin duda alguna, Grecia y los demás países PIIGS con el tiempo se verán obligados a aplicar estas reformas.

“Por lo tanto, si con la deflación y las reformas estructurales se tarda demasiado en restablecer ambas variables, la única opción viable -dejando a un lado la salida de la unión monetaria- sería proceder a una depreciación importante del valor del euro”, concluye Roubini.

Rubén Ramallo - © iProfesional.com

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