16-6-2010 - La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta, dice el proverbio chino. Materia curiosa y escurridiza la confianza, quizás sea el activo más valioso que puede atesorar cualquier banquero.
Y es en virtud de esa confianza que por estos días muchos clientes han elegido seguir en su nuevo proyecto independiente a los ejecutivos de bancos extranjeros que hasta hace no mucho los recibían en las oficinas de sus entidades en Capital.
Instalados hoy por su cuenta como asesores de inversiones en lugares como Tigre, Pilar o San Isidro, varios banqueros hoy “atienden” en otra ventanilla a esos mismos clientes leales que valoran, incluso más allá de una marca, una cara conocida. Confianza que le dicen.
“Es algo bastante habitual en este mercado que un banquero, cuando se va, se lleve su cartera de clientes”, explican en la city, testigos de los cambios que en poco tiempo obligaron a muchos a replantearse este negocio.
Es que la nueva normativa del Banco Central que entró en vigencia en abril cambió las reglas de juego para la banca privada e hizo que muchas entidades emprendieran un éxodo a las costas uruguayas o directamente a Miami.
La nueva regulación, con controles más estrictos para los bancos extranjeros con una oficina de representación local, les dejó poca opción al eliminar las zonas grises que permitían facilitar a los residentes locales la apertura de cuentas en el exterior. Así, de unas 40 entidades alcanzadas por la norma, más de una decena ya hizo las valijas.
La mudanza fue una solución práctica pero no exenta de vicisitudes. Los abogados hoy alertan sobre las limitaciones de los viajes constantes a este lado del charco para el valorado encuentro cara a cara con los clientes. Básicamente, hoy las entidades deben encontrar la forma de mantener ese contacto fluido con viajes a Buenos Aires pero no al punto de que pueda cuestionarse la relocación de la empresa como realidad desde el punto de vista jurídico.
Claro que en Uruguay por estos días los banqueros tienen su propia cuota de sinsabores. La industria financiera ve espantada el plan del Gobierno para flexibilizar el tradicional secreto bancario del país, en gran medida la base que permitió el despegue del sector. El proyecto contempla además la aplicación de un impuesto del 1,5% sobre los montos que se coloquen en el exterior a través de sociedades radicadas en el país vecino.
Como si fuera poco, si bien por lo bajo las autoridades negaron que se fuera a avanzar en ese sentido, la posibilidad de un acuerdo específico con la Argentina para proveer información sobre las cuentas en Uruguay podría ser un revés difícil de remontar. “Que empiece a compartirse información con Argentina es cuestión de tiempo, incluso ya lo han insinuado las autoridades”, comentó hace pocos días Julio De Brun, ex presidente del Banco Central de Uruguay y titular de la Asociación de Bancos Privados de ese país.
La banca privada parece cercada. Y no sólo por estas latitudes. La riqueza offshore, entendida como los activos radicados en un país distinto de aquel en el que el inversor tiene su residencia legal, está sintiendo el embate de las crecientes presiones regulatorias en todo el mundo.
Si lo sabrá Suiza, que con 2 billones de dólares aún hospeda el 30% de estos fondos. Según The Boston Consulting Group, el peso de los activos offshore en el total de la riqueza global caerá del 7% actual, con unos 7,4 billones de dólares, al 6% para el 2014. Aún cuando las cuentas no declaradas representan sólo una porción pequeña y en descenso, dice la consultora, el negocio cambiará profundamente, obligando a muchos bancos a revisar sus estrategias y modelos e incluso a abandonar algunos mercados.
Parece ser que no sólo en la Argentina se está acercando la hora de hacer las valijas.
Laura García. Editora de Finanzas -Cronista.com
Y es en virtud de esa confianza que por estos días muchos clientes han elegido seguir en su nuevo proyecto independiente a los ejecutivos de bancos extranjeros que hasta hace no mucho los recibían en las oficinas de sus entidades en Capital.
Instalados hoy por su cuenta como asesores de inversiones en lugares como Tigre, Pilar o San Isidro, varios banqueros hoy “atienden” en otra ventanilla a esos mismos clientes leales que valoran, incluso más allá de una marca, una cara conocida. Confianza que le dicen.
“Es algo bastante habitual en este mercado que un banquero, cuando se va, se lleve su cartera de clientes”, explican en la city, testigos de los cambios que en poco tiempo obligaron a muchos a replantearse este negocio.
Es que la nueva normativa del Banco Central que entró en vigencia en abril cambió las reglas de juego para la banca privada e hizo que muchas entidades emprendieran un éxodo a las costas uruguayas o directamente a Miami.
La nueva regulación, con controles más estrictos para los bancos extranjeros con una oficina de representación local, les dejó poca opción al eliminar las zonas grises que permitían facilitar a los residentes locales la apertura de cuentas en el exterior. Así, de unas 40 entidades alcanzadas por la norma, más de una decena ya hizo las valijas.
La mudanza fue una solución práctica pero no exenta de vicisitudes. Los abogados hoy alertan sobre las limitaciones de los viajes constantes a este lado del charco para el valorado encuentro cara a cara con los clientes. Básicamente, hoy las entidades deben encontrar la forma de mantener ese contacto fluido con viajes a Buenos Aires pero no al punto de que pueda cuestionarse la relocación de la empresa como realidad desde el punto de vista jurídico.
Claro que en Uruguay por estos días los banqueros tienen su propia cuota de sinsabores. La industria financiera ve espantada el plan del Gobierno para flexibilizar el tradicional secreto bancario del país, en gran medida la base que permitió el despegue del sector. El proyecto contempla además la aplicación de un impuesto del 1,5% sobre los montos que se coloquen en el exterior a través de sociedades radicadas en el país vecino.
Como si fuera poco, si bien por lo bajo las autoridades negaron que se fuera a avanzar en ese sentido, la posibilidad de un acuerdo específico con la Argentina para proveer información sobre las cuentas en Uruguay podría ser un revés difícil de remontar. “Que empiece a compartirse información con Argentina es cuestión de tiempo, incluso ya lo han insinuado las autoridades”, comentó hace pocos días Julio De Brun, ex presidente del Banco Central de Uruguay y titular de la Asociación de Bancos Privados de ese país.
La banca privada parece cercada. Y no sólo por estas latitudes. La riqueza offshore, entendida como los activos radicados en un país distinto de aquel en el que el inversor tiene su residencia legal, está sintiendo el embate de las crecientes presiones regulatorias en todo el mundo.
Si lo sabrá Suiza, que con 2 billones de dólares aún hospeda el 30% de estos fondos. Según The Boston Consulting Group, el peso de los activos offshore en el total de la riqueza global caerá del 7% actual, con unos 7,4 billones de dólares, al 6% para el 2014. Aún cuando las cuentas no declaradas representan sólo una porción pequeña y en descenso, dice la consultora, el negocio cambiará profundamente, obligando a muchos bancos a revisar sus estrategias y modelos e incluso a abandonar algunos mercados.
Parece ser que no sólo en la Argentina se está acercando la hora de hacer las valijas.
Laura García. Editora de Finanzas -Cronista.com
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