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02 agosto 2010

NOTICIAS: Mercosur-UE: aunque hay negociaciones, el acuerdo comercial sigue lejos

2-8-2010 - Tras seis años de parálisis se retomaron las conversaciones, pero los avances obtenidos hasta ahora fueron escasos.

Las negociaciones para alcanzar un auerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) van para largo. En la última ronda de conversaciones, la crisis europea resultó una aliada para los productores agrícolas del Viejo Continente, cuya presión llevó al gobierno francés a anunciar que no firmará el acuerdo.

En ese contexto, la decisión de la Argentina de restringir las importaciones contribuyó a embarrar las conversaciones, que se retomaron tras seis años de parálisis. El único logro que puede exhibirse a ambos lados del Atlántico es el de haber conseguido pasar en limpio los puntos de negociación.

El mes pasado, España pasó la presidencia Pro Témpore de la UE a Bélgica, que la ejercerá hasta fin de año. La Argentina hizo lo propio en el Mercosur con Brasil. El presidente Lula no quiere terminar su mandato sin un logro personal en el Mercosur y prometió que en el tiempo que le resta al frente del gobierno intentará modificar la opinión del mandatario francés, Nicolás Sarkozy, y dar un paso más a favor del acuerdo.

Según los estatutos de la UE, si uno de los estados miembros se opone no hay acuerdo comercial: la aprobación debe darse por la unanimidad de los socios del bloque.

El último paso de esta historia fue la VII reunión del Comité de Negociaciones Birregionales, realizada en Buenos Aires, entre el 28 de junio y el 2 de julio. Ese encuentro estuvo opacado públicamente, por las denuncias de la UE acerca de las restricciones a las importaciones europeas por parte del gobierno local. En diversas declaraciones, los europeos dejaron traslucir que el acuerdo estaba en riesgo si la Argentina persistía en esa postura.

En las conclusiones finales se exponen resultados concretos, entre ellos, la organización de grupos de trabajo sobre temas como el acceso a mercado de bienes, las reglas de origen y las medidas sanitarias y fitosanitarias, entre otras. Así, se repasó todo el material escrito en las reuniones que se celebraron hasta 2004, lo que fue consignado en un documento, junto con las propuestas de trabajo.

¿Se puede llegar a un acuerdo que sea equilibrado y justo entre dos regiones tan dispares? "Se puede, si se negocia bien", asegura el todavía secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería argentina, Alfredo Chiaradía, coordinador de las negociaciones por la Argentina y anfitrión de la primera ronda.

Con el nombramiento de embajador en Estados Unidos sobrecargando su agenda y apurando sus valijas, Chiaradía explicó los avances y las dificultades que presenta el acuerdo.

Chiaradía admitió que "el tema de las importaciones fue propuesto por la UE, pero quedó descartado inmediatamente porque es un tema bilateral que no corresponde a ese ámbito" y consideró que "fue una maniobra política de los sectores que se oponen al acuerdo. Siempre hubo sectores agrícolas, ministros de agricultura europeos y hasta el Parlamento opuestos al acuerdo".

"En todos los ámbitos hay elementos de dificultad. Entre las dificultades de Europa, la fundamental está dada en la agricultura. Europa protege muy fuertemente a su agricultura, el monto de los subsidios a la producción agrícola es del orden de los US$120.000 millones o más, y se quiere preservar a esos sectores de la competencia del Mercosur, que es muy competitivo", sostiene el funcionario.

"El Mercosur tiene posturas muy duras en la industria. Lo que quiero decir es que la discusión será durísima en todos los capítulos y en todos los puntos. Vamos a discutir fuertemente". El funcionario reconoce el riesgo de ciertos sectores de la industria, como el metalúrgico, ante las posibles importaciones.

Chiaradía recomienda recurrir a todos los mecanismos. "Hay sectores que son los que tienen más necesidad de preservación. Por ese motivo, se puede excluir a un determinado sector de cualquier tipo de compromiso. Uno tiene que liberalizar lo sustancial del comercio, pero hay otra porción que no puede liberalizar en absoluto".

Entre las alternativas, Chiaradía ejemplifica que se puede preservar entre el 10 y 20 % de todas las líneas arancelarias o del volumen del producto. "También es posible hacer una liberalización donde no se eliminen los aranceles, sino que se reduzcan. O bien se dé mayor tiempo de adaptación. Si bien se habla de 10 años, pueden ser 15." El funcionario detalla que medidas sanitarias y fitosanitarias que pudieran adoptarse por los países "sin base científica" afectando el ingreso de alimentos, o normas técnicas que exijan que para entrar al mercado europeo "se deban alcanzar estándares que estén más allá de la lógica compartida", están en la agenda de las preocupaciones del Mercosur.

Volúmenes y mercados
Acuerdos previos en dos cuestiones básicas permitieron llegar a la instancia de la letra escrita, en la reunión de Buenos Aires. "Lo difícil fue producir el relanzamiento.

Europa planteaba la necesidad de dar cumplimiento a lo que considera la Organización Mundial de Comercio (OMC) para las zonas de libre comercio, que es que si se hace una oferta de productos a un país, el mismo producto debe estar disponible para todos los países de ese bloque. Hasta ese momento, el Mercosur no estaba preparado para responder a esa necesidad".

Ante esa situación, "el Mercosur y la UE se comprometieron a mejorar sus esfuerzos. Nosotros para dar mayor cobertura y ellos para mejorar el acceso de su mercado al volumen del comercio".

Chiaradía explica que para dar cumplimiento al compromiso del GATT, debe haber una zona de libre comercio, "pero la OMC dispone que esa zona debe amparar lo sustancial del comercio, la mayor parte. No está definido qué es lo sustancial, nunca es el 100%, tampoco es el 50% del volumen, esto se negocia. Nosotros estábamos insatisfechos con limitar la oferta a productos agrícolas básicos; queremos acceder a sus mercados con los agrícolas procesados. Se incorporaron estos dos principios que antes estaban cerrados".

La visión privada
Los empresarios tienen visiones disímiles sobre los beneficios y los perjuicios que podría traer un acuerdo de libre comercio con la UE. Para Cristiano Rattazzi, presidente de FIAT Group Argentina, "se trata de un acuerdo viable, posible y sumamente beneficioso para el sector automotor y la economía argentina, en esto ADEFA y ANFAVEA (las asociaciones que agrupan a las automotrices aquí y en Brasil) tienen una posición consensuada".

Rattazzi destaca que "aumentaría fuertemente el menú de destinos potenciales para las plantas que producen vehículos en la Argentina, hoy muy dependientes del mercado brasileño. Hay que tener en cuenta que, como algunos importantes costos de producción en la Argentina son inferiores a los que se registran en los mercados maduros, la industria automotriz es virtualmente competitiva para atender los segmentos de producto que se definan".

Y puntualiza que el acuerdo Mercosur-UE para el sector automotor prevé la inmediata desgravación para ingresar vehículos producidos en la región a los mercados de Europa, en tanto que se prevé una desgravación progresiva en camino inverso.

"No creo que la oferta de productos europeos para la región difiera mucho de la que hoy se plantea, o sea, modelos de alta gama y nichos muy específicos", concluye.

Desde la Bolsa de Cereales, Maria Marta Rebizo, economista jefe del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), sostiene que "la negociación con el Mercosur es complicada, ya que, si bien somos complementarios, somos muy competitivos. Para el sector cerealero sería favorable en el largo plazo". Pero matiza al decir que, en el corto plazo, no se van a disparar las exportaciones.

Daniel Funes de Rioja, presidente de COPAL, la entidad que representa a las empresas alimenticias, dice que en ese sector, "el acuerdo puede ser beneficioso en la medida en que se respete la "sensibilidad" que tienen algunos productos provenientes, fundamentalmente, de las economías regionales, por las ayudas internas que rigen en la UE".

Funes de Rioja detalla que, a priori, los productos más competitivos serían las carnes bovinas, aviares, aceites, frutícola, vitivinícola, entre otros. Y considera que "deberíamos obtener de la UE que las desgravaciones alcancen a la totalidad de los componentes arancelarios: eliminar los efectos distorsivos de las ayudas internas y estatales que ellos aplican y un adecuado tratamiento para los picos arancelarios".

Voces críticas
La voz más crítica es la del titular de ADIMRA, Juan Carlos Lascurain, que considera que "la UE exige llevar a cabo una liberalización más profunda incluso que la que surgiría de las negociaciones multilaterales. No se ha mostrado proclive a dar algún trato especial o flexibilidad para evitar desequilibrios sustanciales en sectores estratégicos con valor agregado".

Por eso sostiene que, tal como está planteada actualmente la negociación por parte de la UE, "la apertura comercial resultaría en un marcado incremento de las importaciones, provocando una fuerte desarticulación del tejido industrial y menores niveles de empleo en el ámbito nacional".

Entre los sectores que se verían perjudicados, Lascurain menciona a la industria metalúrgica local, especialmente los autopartistas y los fabricantes de bienes de capital.

Marcelo Elizondo, ex titular de la Fundación Exportar y actualmente a cargo de la consultoría DNI, pone el foco en la falta de inversiones.

"Me preocupa la inversión más que el comercio. En los noventa, Europa invirtió mucho; ahora somos el país de la región donde más bajaron las inversiones. Este acuerdo ayudaría. Me consta que en Francia hay empresas que quieren invertir en producción frutihortícola o en energías renovables".

Elizondo dice que también hay culpas propias en la demora del acuerdo, una visión compartida por los representantes europeos (ver página 8). "La negativa francesa tiene que ver con la fuerte oposición de su sector agropecuario, pero también con los ruidos con la Argentina, tanto por la deuda del Club de París o por empresas que se fueron mal del país. El límite a las importaciones ayuda poco; juega en contra", concluye Elizondo.

http://www.ieco.clarin.com


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