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27 junio 2010

OPINIÓN: Pesa menos, pero igual preocupa la deuda


27-6-2010 - La Argentina cerró un nuevo canje con un 66% de aceptación; pese a este paso, sigue lejos de los mercados de crédito

En 1987, Pedro, un hombre de clase media porteña, heredó una suma millonaria y decidió destinar esa fortuna al pago de la deuda externa argentina. Ya sin la mochila del endeudamiento a cuestas, la ciudadanía convirtió al filántropo en un héroe nacional. Su vida cambió de la noche a la mañana, pero una bala certera terminó con el hombre. Eso sí. La Argentina no debía un peso más.

Una pena. Nada de eso sucedió. El nuevo héroe fue un personaje creado por el director de cine Pablo Oliva, que encarnó Héctor Alterio en la película El hombre de la deuda externa , un film que pasó en 1987 por las carteleras sin pena ni gloria.

Esta semana, Amado Boudou fue el protagonista de otro capítulo sobre la deuda argentina. El ministro de Economía cerró el segundo canje de deuda en default de los últimos cinco años con una aceptación del 66%. Se rescataron US$ 12.067 millones en títulos públicos. "El resultado de la operación supera holgadamente las expectativas que nos planteamos -dijo Boudou el miércoles-. Entre ambos canjes, hay un nivel global de adhesión del 92,4% de los acreedores de la Argentina."

La mochila de la deuda soberana tiene menos peso, parece manejable, gran parte está en moneda local y no representa un alto porcentaje del producto bruto interno (PBI). Sin embargo, el país sigue lejos de los mercados de crédito y los nubarrones sobre lo que pasará con el pago

de los compromisos sigue latente. Nadie espera un default, pero los analistas consultados alertan sobre la necesidad de financiamiento para pagar intereses y capital de las sucesivas refinanciaciones. ¿Cómo queda la deuda después del canje?

Primero, repasemos el canje que terminó. El capital original por reestructurar, en manos de quienes no entraron en la operación anterior era de US$ 18.300 millones. De ese monto, 12.067 millones aceptaron la propuesta que hizo el Gobierno -que rondaba en una quita aproximada del 50%- y entregaron sus bonos. Si bien no hay información oficial aún, en el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) estiman que se emitirán US$ 2000 millones en bonos Par y alrededor de 3400 millones en Discount.

"A su vez, se reconocen los intereses vencidos por estos bonos colocados entre 2003 y ahora, con lo cual restaría abonar aproximadamente unos 1000 millones de dólares por este concepto, para lo cual se previó la colocación de un nuevo bono, el Global 2017", dice Sofía Devalle, economista del Iaraf. Después de muchos años de default, actualmente la Argentina puede exhibir un logro: solo 10 de cada 100 dólares de bonos impagos continúan en esa condición, dice un informe de la consultora Delphos Investment.

Estos fueron los números del canje que terminó. Así las cosas, la deuda argentina pasó de representar un 48% del PBI a un 50,1%, siempre según datos del Iaraf.

"El ratio de la deuda/PBI es un numerazo . Bien podría ser la envidia de varios países", dice Miguel Kiguel, de la consultora Econviews. El economista se confía aún más cuando se desagrega ese monto. "La deuda neta es de alrededor de un 30% del PBI. El resto es deuda intra-Estado. Esa deuda se va refinanciando", dice.

Ramiro Castiñeira, del estudio Econométrica, opina algo similar. "Hay gran parte de la deuda que está en manos de la Anses [Administración Nacional de la Seguridad Social] y del Banco Central -dice-. Se presume que con ellos no se entrará en default. Por lo tanto, la deuda neta es del 30% del PBI, un nivel absolutamente razonable y manejable."

Luciano Cohan, economista en jefe de la consultora Analytica, pone un pequeño matiz. "El canje fue peor a lo que esperaba cuando se lo lanzó [septiembre de 2008] y mejor que cuando fue reprogramado [en mayo pasado]. Nosotros teníamos una proyección de 61% y finalmente fue de 66%. Sorprendió al alza", dice.

En 2002, la deuda soberana llegó a ser del 151% del PBI y gran parte de ella estaba en moneda extranjera. Sólo para comparar, según datos del banco HSBC, Grecia tiene una deuda que llega al 133%; Italia, 118%; Brasil, 58%, y Chile, 29,5 por ciento.
Aparece el Indec

Otro de los que consideran que los números de la deuda no debieran preocupar demasiado es Daniel Marx, ex secretario de Finanzas. El economista, que recientemente fue absuelto en la causa en la que se investigaba el megacanje que se organizó en épocas de la presidencia de Fernando de la Rúa, dice que los números de la deuda son buenos. "El problema de lo que le pasa a la Argentina no hay que buscarlo en los números macro", sostiene.

Y aquí llega otra gran coincidencia entre los economistas. Como si fuese una cinta de correr en un gimnasio, en la que el atleta da pasos, pero no se mueve, la Argentina está inmersa en un largo proceso de desendeudamiento -que ya lleva ocho años-, pero aún los mercados voluntarios de deuda le dan la espalda.

Cuando el Gobierno lanzó el canje, más allá de tratar de solucionar la demanda de los tenedores de bonos en default que no entraron en la primera operación que dirigió el ex ministro Roberto Lavagna, se fijó una meta. ¿Cuál era? Volver a endeudarse a un dígito. Es decir, no convalidar tasas que superen el 9,99% de interés anual.

Marx dice que no está lejos de conseguir la preciada tasa de interés. "Es necesario avanzar en algunas reformas institucionales, como, por ejemplo, la normalización del Indec [Instituto Nacional de Estadística y Censos], para volver a endeudarse a tasas de un dígito", contesta. Lo que parece una obviedad no está resaltado entre las prioridades de la Casa Rosada. Basta recordar que los ex ministros de Economía Felisa Miceli, Miguel Peirano y Martín Lousteau intentaron maquillar el descalabro estadístico y terminaron fuera del Gobierno. Algo parecido les sucedió a los ex jefes de Gabinete Alberto Fernández y Sergio Massa. Ambos tuvieron inquietudes que terminaron en los archivos del kirchnerismo más duro.

Cohan recuerda que Boudou asumió con una agenda de normalización con los mercados. "Tenía cuatro puntos -dice-. El primero era acceder a la revisión del artículo 4° que realiza el Fondo Monetario Internacional [que analiza anualmente las cuentas de la economía de todos los miembros del organismo]; la regularización de la deuda con el Club de París [también en default desde 2001]; la regularización del Indec y el canje de los bonistas que no entraron en el anterior." De esa agenda, poco se hizo, advierte Cohan.

Castiñeira coincide con gran parte de las causas. "Los números de la deuda son impecables, sorprendentes. Pero si la Argentina no dispone de financiamiento externo, en buena medida es porque se apoya para pagar en las reservas internacionales y por lo que hace en el Indec. Todas esas cosas no son amigables para los mercados", sostiene.

Si los números de deuda son tan buenos, ¿por qué aún está tan lejos de los mercados?, se le preguntó a Kiguel. "Por la historia, la reciente y la de hace unos años. El default en 1982, el plan Bonex, la hiperinflación, el corralito, el default de 2001... Luego se tardó muchos años para renegociar y seguimos en default con el Club de París. Digamos que no se ha mostrado mucha voluntad de pago", dice el ex subsecretario de Financiamiento. El mercado penaliza, reconoce. "Y como si esto fuera poco, luego se le licuó la deuda a muchos que tenían bonos ajustables por CER con lo que pasó en el Indec", finaliza la enumeración de incumplimientos criollos.

Delphos lo resume crudamente en uno de sus informes: "Vamos a decirlo simple: hasta que la Argentina no resuelva el problema del Indec, no normalizará sus relaciones con el mercado. Podrá, en el mejor de los casos, volver a emitir deuda, si se mantiene contenida la aversión global al riesgo y mejoran genuinamente los números de las cuentas públicas. Pero hasta que no se solucione el default encubierto de los títulos con CER, no habrá futuro brasileño para los bonos argentinos", concluye el reporte.

De ser un gran problema histórico, de formar parte de las conversaciones familiares en los años 80 y de haber sido el disparador de un argumento para una película del cine nacional, la deuda soberana ya no tiene el peso que tuvo. Más que aquel filántropo Pedro que ponga sus millones, ahora es necesario un superhéroe, que con capa y poderes decida hacer de las suyas en el Indec. La saga ya cuenta con los malvados. Sólo falta el superhéroe.

http://www.lanacion.com.ar
Diego Cabot - LA NACION

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