1-7-2010 - La moneda se abarata frente a una inflación y subas salariales que escalan a tasas de dos dígitos. Y así se hace más tentadora para el ahorrista. El Gobierno trata de cuidar la “caja verde” y aplica más restricciones. Pero al hacerlo, genera el temor de que “algo pasará”. ¿Hay billetes para todos?
El país crece. Y el boom consumista que se apoderó de los argentinos parece darle la espalda a todo tipo de crisis que amenaza desde el exterior.
Tiempo atrás, el colapso de las hipotecas subprime había metido bastante miedo en gran parte de la sociedad. Ahora, los problemas que azotan a Europa prácticamente están fuera de registro.
Y la Argentina “va”. Poco importa lo que pase afuera.
Sin embargo, en su derrotero eufórico –que tiene como objetivo innegociable por parte del Ejecutivo crecer un 7% en 2010–, varios “cuellos de botella” comenzaron a aflorar y han empezado a traer fuertes dolores de cabeza al bolsillo de la clase media. Y al Gobierno.
Ya se observa en los lácteos, en la carne, en la nafta y en una larga lista de artículos. La oferta no alcanza y los precios suben.
Pero ningún cuello de botella preocupa tanto como el de los dólares.
¿Y por qué puede darse esta situación? Por un par de razones bien sencillas:
* El billete verde está más barato para todos los argentinos, producto de las subas salariales y de la inflación.
* Perciben que, tarde o temprano, esta situación dará lugar a una corrección a la suba de la divisa, para evitar el tan temido “atraso cambiario”.
Quienes elaboran las políticas que rigen los destinos del país no son ajenos a estas cuestiones. No por nada, el Gobierno sorprendió con mayores controles sobre particulares y ahorristas, a pesar de la anunciada “lluvia de dólares” que invadiría al país, producto de las ventas de soja al mundo (Ver nota: ¿Qué pasó con la famosa “lluvia de dólares” que iba a inundar a la Argentina?)
Y justamente, esas mayores restricciones son las que hacen advertir a analistas, como es el caso del ex vice Ministro de Economía, Jorge Todesca, sobre la profundización de un peligroso “círculo vicioso”.
Esto es: aumenta la preferencia por activos externos, crecen las restricciones oficiales para comprar divisas, lo que a su vez genera temor y retroalimenta una mayor demanda de estos activos.
¿Hay billetes para todos?
Hasta ahora el foco de atención de la clase media ha estado en las 50 cuotas y en la compra de bienes durables. Aun así, los argentinos se hicieron un lugarcito para guardar billetes en el colchón.
Si bien esa fuga de divisas no llega a ser la registrada en momentos de extrema tensión -tal como se dio en medio del conflicto campo Gobierno (u$s1.900M mensuales promedio en el primer semestre de 2008), lo que preocupa es que ahora se “arraigó” un piso estructural de salida de u$s650 millones.
Para Carlos Melconian, “el germen del ahorro en dólares ya se instaló desde hace rato en la sociedad”.
El analista resalta que en algunos meses la fuga será más alta, en otros será más baja, pero ya es costumbre de todos los argentinos el “realizar transacciones en pesos pero ahorrar en moneda dura”. Y explicó que esto no es producto de la histeria, sino de un concepto que “resulta nocivo para una economía que intentó lucir pesificada”.
Este escenario de “círculo vicioso”, salida estructural y dólar que se abarata en el tiempo, se da en un marco en el que:
* 1. Se confirma la tendencia a una menor entrada de divisas producto de una contracción del saldo comercial. (Tal como adelantó a este medio, las importaciones triplican a las exportaciones).
* 2. Hay una mayor dependencia del Gobierno respecto de las reservas del Banco Central.
* 3. El público consolida su tendencia creciente a ahorrar en dólares.
* 4. Todavía es baja la accesibilidad de la Argentina al mercado internacional de crédito.
* 5. La salida clásica de esta situación (devaluar el peso) está vedada, porque el tipo de cambio debe cumplir su rol de “ancla” contra la inflación.
Por la suma de estos factores, los analistas ya prenden una luz de alerta y afirman que el país se encamina a un escenario en el que la demanda de dólares equilibrará y hasta superará la oferta, con la consecuente presión sobre el tipo de cambio.
Y eso supone, a mediano plazo, tensiones crecientes en la plaza cambiaria, más controles del Gobierno y un mercado paralelo operando con mayor volumen.
Mayores controles
“Las medidas adoptadas recientemente por el Banco Central también alimentan las expectativas sobre mayores restricciones futuras y conducen a apelar a mecanismos alternativos para la salida de capitales”, afirma Todesca.
Y agrega que las trabas del mercado cambiario reconocen, implícitamente, un problema de fondo. Y es que la demanda de divisas está cada vez menos cubierta por una oferta “genuina”.
Según da cuenta la consultora Finsoport, esa diferencia ha ido subiendo desde un 25% a un 44%, que debió ser suplida por la oferta oficial.
Pero la baja disposición del público a desprenderse de sus dólares no es el problema principal.
La caja verde se achica
La reducción de los dólares que ingresan por las exportaciones menos los que se van por las importaciones es un tema que preocupa sobremanera al Gobierno.
Y dicho temor lo deja plasmado en la proliferación de trabas y controles impuestos a los productos importados.
* Así las cosas, las importaciones crecieron 72% en mayo y borraron de un plumazo un 25% del superávit comercial.
* Y, si se consideran los números de los primeros cinco meses del año, el ritmo de crecimiento de las mismas más que duplica al de las ventas al mundo, por lo que el saldo es casi un 30% inferior al del año pasado.
¿Qué tan grave es esta situación?
“El deterioro es evidente, bajaremos de un saldo de u$s17.000 millones a uno de u$s12.000 millones este año. Los problemas del mercado cambiario se agudizarán cuando el mismo caiga por debajo de u$s10.000 millones”, analiza Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.
La gravedad del “cuello de botella” dependerá, naturalmente, de cuánto pueda crecer la demanda de divisas, tanto por parte de los ahorristas como por la necesidad del Gobierno de afrontar obligaciones financieras.
Y en este aspecto, también hay algunas alarmas que empiezan a prenderse. A pesar del resultado positivo del canje, no está claro que la Argentina pueda obtener un acceso al mercado de deuda en mejores condiciones.
Y, al mismo tiempo, el deterioro fiscal lleva a que cada vez se dependa más de los dólares del Central.
Al respecto, Ramiro Castiñeira, analista de la consultora Econométrica, señala que, aun cuando se hayan logrado niveles récord de recaudación tributaria, el superávit primario desaparecerá a finales de año.
Dólar barato por un tiempo
El otro componente de este cóctel es el comportamiento del público en el mercado cambiario. El comienzo de año fue extremadamente volátil, con un mes en el que se registró una salida de u$s1.200 millones y otro de “apenas” u$s400 millones.
La estimación para este segundo semestre, salvo que se produzca un empeoramiento del clima político, es que la fuga de capitales mantendrá un piso estructural de u$s650 millones por mes.
Hay economistas que se han manifestado muy escépticos sobre la actual política oficial de mantener al dólar casi planchado en relación a la suba de precios. “El país se encamina “hacia un atraso cambiario nunca visto”, advierte el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy.
Según su punto de vista, cuanto mayor sea la brecha entre la inflación y la tasa devaluatoria, las familias más tenderán a dolarizar sus ahorros, por percibir que el dólar está “demasiado barato”.
En todo caso, lo que parece claro es que ese “bajo precio” se mantendrá, por lo menos, hasta la elección presidencial de 2011. Y esto es así por tres aspectos claves:
* Porque el dólar es el principal contrapeso de la inflación.
* Porque no están dadas las condiciones políticas para que trepe de golpe.
* Porque una brusca devaluación dispararía los precios.
Doble filo
Dado el “cuello de botella” y el círculo vicioso entre dólar barato y mayores controles, ¿es una solución válida entorpecer la compra de divisas con medidas restrictivas en el mercado de cambios?
La respuesta de los economistas es contundente: nunca dio resultado como forma de frenar la salida de capitales, y siempre generó un mercado negro con una cotización mucho más alta.
“Durante un período muy breve puede haber un efecto disuasivo. Pero el costo es que siempre se genera desconfianza”, afirma el economista y consultor Gabriel Rubinstein.
Agrega que la percepción de inestabilidad puede instalarse aun cuando el Banco Central demuestre fortaleza en el mercado.
“Al principio, nadie quiere torear al Gobierno, pero eso siempre tiene un límite: en la medida en que se perciba incomodidad con este proceso crece la inquietud y aumenta la tendencia a pasarse al dólar”.
En la misma línea, el economista Tomás Bulat señala que los intentos de frenar la salida de capitales, mediante trabas a las importaciones o aplicando mayores controles a los ahorristas, sólo provocarán que esos billetes verdes salgan por una vía alternativa.
"Si se prohíben las importaciones, ¿el importador se quedará con sus pesos y comenzará a dedicarse a una actividad dentro de la Argentina? ¿O comprará dólares, a la espera de que se levanten restricciones que todos sabemos no son sostenibles en el tiempo?", se pregunta Bulat, para quien la segunda alternativa es la más probable.
En la visión de este analista, las trabas en el mercado cambiario son un síntoma típico de que la cotización del dólar ha empezado a atrasarse. Pero señala la paradoja por la cual, al intentar disuadir al público, sólo logrará lo opuesto: "El dólar empezará a tener un valor distinto en la medida en que haya restricciones. La gente lo valora más, porque piensa que si le ponen trabas es porque en el futuro va a estar más caro".
En tanto Bour, de FIEL, considera que una brecha entre el dólar oficial y el “blue” que supere el 10% será un síntoma de problemas: indica que hay gente que quiere desprenderse de los pesos y no puede, lo cual genera tensión en el mercado. Por ahora, esa brecha oscila en un 3%.
Para Bour, la actual calma en la plaza cambiaria será difícil de sostener en el mediano plazo, dado que el público percibirá que el próximo Gobierno deberá hacer una corrección en la cotización.
En definitiva, lo que los analistas están previendo es que se produzca una caída abrupta en el deseo de los argentinos por mantener pesos en el bolsillo.
Fernando Gutiérrez - (c) iProfesional.com
El país crece. Y el boom consumista que se apoderó de los argentinos parece darle la espalda a todo tipo de crisis que amenaza desde el exterior.
Tiempo atrás, el colapso de las hipotecas subprime había metido bastante miedo en gran parte de la sociedad. Ahora, los problemas que azotan a Europa prácticamente están fuera de registro.
Y la Argentina “va”. Poco importa lo que pase afuera.
Sin embargo, en su derrotero eufórico –que tiene como objetivo innegociable por parte del Ejecutivo crecer un 7% en 2010–, varios “cuellos de botella” comenzaron a aflorar y han empezado a traer fuertes dolores de cabeza al bolsillo de la clase media. Y al Gobierno.
Ya se observa en los lácteos, en la carne, en la nafta y en una larga lista de artículos. La oferta no alcanza y los precios suben.
Pero ningún cuello de botella preocupa tanto como el de los dólares.
¿Y por qué puede darse esta situación? Por un par de razones bien sencillas:
* El billete verde está más barato para todos los argentinos, producto de las subas salariales y de la inflación.
* Perciben que, tarde o temprano, esta situación dará lugar a una corrección a la suba de la divisa, para evitar el tan temido “atraso cambiario”.
Quienes elaboran las políticas que rigen los destinos del país no son ajenos a estas cuestiones. No por nada, el Gobierno sorprendió con mayores controles sobre particulares y ahorristas, a pesar de la anunciada “lluvia de dólares” que invadiría al país, producto de las ventas de soja al mundo (Ver nota: ¿Qué pasó con la famosa “lluvia de dólares” que iba a inundar a la Argentina?)
Y justamente, esas mayores restricciones son las que hacen advertir a analistas, como es el caso del ex vice Ministro de Economía, Jorge Todesca, sobre la profundización de un peligroso “círculo vicioso”.
Esto es: aumenta la preferencia por activos externos, crecen las restricciones oficiales para comprar divisas, lo que a su vez genera temor y retroalimenta una mayor demanda de estos activos.
¿Hay billetes para todos?
Hasta ahora el foco de atención de la clase media ha estado en las 50 cuotas y en la compra de bienes durables. Aun así, los argentinos se hicieron un lugarcito para guardar billetes en el colchón.
Si bien esa fuga de divisas no llega a ser la registrada en momentos de extrema tensión -tal como se dio en medio del conflicto campo Gobierno (u$s1.900M mensuales promedio en el primer semestre de 2008), lo que preocupa es que ahora se “arraigó” un piso estructural de salida de u$s650 millones.
Para Carlos Melconian, “el germen del ahorro en dólares ya se instaló desde hace rato en la sociedad”.
El analista resalta que en algunos meses la fuga será más alta, en otros será más baja, pero ya es costumbre de todos los argentinos el “realizar transacciones en pesos pero ahorrar en moneda dura”. Y explicó que esto no es producto de la histeria, sino de un concepto que “resulta nocivo para una economía que intentó lucir pesificada”.
Este escenario de “círculo vicioso”, salida estructural y dólar que se abarata en el tiempo, se da en un marco en el que:
* 1. Se confirma la tendencia a una menor entrada de divisas producto de una contracción del saldo comercial. (Tal como adelantó a este medio, las importaciones triplican a las exportaciones).
* 2. Hay una mayor dependencia del Gobierno respecto de las reservas del Banco Central.
* 3. El público consolida su tendencia creciente a ahorrar en dólares.
* 4. Todavía es baja la accesibilidad de la Argentina al mercado internacional de crédito.
* 5. La salida clásica de esta situación (devaluar el peso) está vedada, porque el tipo de cambio debe cumplir su rol de “ancla” contra la inflación.
Por la suma de estos factores, los analistas ya prenden una luz de alerta y afirman que el país se encamina a un escenario en el que la demanda de dólares equilibrará y hasta superará la oferta, con la consecuente presión sobre el tipo de cambio.
Y eso supone, a mediano plazo, tensiones crecientes en la plaza cambiaria, más controles del Gobierno y un mercado paralelo operando con mayor volumen.
Mayores controles
“Las medidas adoptadas recientemente por el Banco Central también alimentan las expectativas sobre mayores restricciones futuras y conducen a apelar a mecanismos alternativos para la salida de capitales”, afirma Todesca.
Y agrega que las trabas del mercado cambiario reconocen, implícitamente, un problema de fondo. Y es que la demanda de divisas está cada vez menos cubierta por una oferta “genuina”.
Según da cuenta la consultora Finsoport, esa diferencia ha ido subiendo desde un 25% a un 44%, que debió ser suplida por la oferta oficial.
Pero la baja disposición del público a desprenderse de sus dólares no es el problema principal.
La caja verde se achica
La reducción de los dólares que ingresan por las exportaciones menos los que se van por las importaciones es un tema que preocupa sobremanera al Gobierno.
Y dicho temor lo deja plasmado en la proliferación de trabas y controles impuestos a los productos importados.
* Así las cosas, las importaciones crecieron 72% en mayo y borraron de un plumazo un 25% del superávit comercial.
* Y, si se consideran los números de los primeros cinco meses del año, el ritmo de crecimiento de las mismas más que duplica al de las ventas al mundo, por lo que el saldo es casi un 30% inferior al del año pasado.
¿Qué tan grave es esta situación?
“El deterioro es evidente, bajaremos de un saldo de u$s17.000 millones a uno de u$s12.000 millones este año. Los problemas del mercado cambiario se agudizarán cuando el mismo caiga por debajo de u$s10.000 millones”, analiza Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.
La gravedad del “cuello de botella” dependerá, naturalmente, de cuánto pueda crecer la demanda de divisas, tanto por parte de los ahorristas como por la necesidad del Gobierno de afrontar obligaciones financieras.
Y en este aspecto, también hay algunas alarmas que empiezan a prenderse. A pesar del resultado positivo del canje, no está claro que la Argentina pueda obtener un acceso al mercado de deuda en mejores condiciones.
Y, al mismo tiempo, el deterioro fiscal lleva a que cada vez se dependa más de los dólares del Central.
Al respecto, Ramiro Castiñeira, analista de la consultora Econométrica, señala que, aun cuando se hayan logrado niveles récord de recaudación tributaria, el superávit primario desaparecerá a finales de año.
Dólar barato por un tiempo
El otro componente de este cóctel es el comportamiento del público en el mercado cambiario. El comienzo de año fue extremadamente volátil, con un mes en el que se registró una salida de u$s1.200 millones y otro de “apenas” u$s400 millones.
La estimación para este segundo semestre, salvo que se produzca un empeoramiento del clima político, es que la fuga de capitales mantendrá un piso estructural de u$s650 millones por mes.
Hay economistas que se han manifestado muy escépticos sobre la actual política oficial de mantener al dólar casi planchado en relación a la suba de precios. “El país se encamina “hacia un atraso cambiario nunca visto”, advierte el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy.
Según su punto de vista, cuanto mayor sea la brecha entre la inflación y la tasa devaluatoria, las familias más tenderán a dolarizar sus ahorros, por percibir que el dólar está “demasiado barato”.
En todo caso, lo que parece claro es que ese “bajo precio” se mantendrá, por lo menos, hasta la elección presidencial de 2011. Y esto es así por tres aspectos claves:
* Porque el dólar es el principal contrapeso de la inflación.
* Porque no están dadas las condiciones políticas para que trepe de golpe.
* Porque una brusca devaluación dispararía los precios.
Doble filo
Dado el “cuello de botella” y el círculo vicioso entre dólar barato y mayores controles, ¿es una solución válida entorpecer la compra de divisas con medidas restrictivas en el mercado de cambios?
La respuesta de los economistas es contundente: nunca dio resultado como forma de frenar la salida de capitales, y siempre generó un mercado negro con una cotización mucho más alta.
“Durante un período muy breve puede haber un efecto disuasivo. Pero el costo es que siempre se genera desconfianza”, afirma el economista y consultor Gabriel Rubinstein.
Agrega que la percepción de inestabilidad puede instalarse aun cuando el Banco Central demuestre fortaleza en el mercado.
“Al principio, nadie quiere torear al Gobierno, pero eso siempre tiene un límite: en la medida en que se perciba incomodidad con este proceso crece la inquietud y aumenta la tendencia a pasarse al dólar”.
En la misma línea, el economista Tomás Bulat señala que los intentos de frenar la salida de capitales, mediante trabas a las importaciones o aplicando mayores controles a los ahorristas, sólo provocarán que esos billetes verdes salgan por una vía alternativa.
"Si se prohíben las importaciones, ¿el importador se quedará con sus pesos y comenzará a dedicarse a una actividad dentro de la Argentina? ¿O comprará dólares, a la espera de que se levanten restricciones que todos sabemos no son sostenibles en el tiempo?", se pregunta Bulat, para quien la segunda alternativa es la más probable.
En la visión de este analista, las trabas en el mercado cambiario son un síntoma típico de que la cotización del dólar ha empezado a atrasarse. Pero señala la paradoja por la cual, al intentar disuadir al público, sólo logrará lo opuesto: "El dólar empezará a tener un valor distinto en la medida en que haya restricciones. La gente lo valora más, porque piensa que si le ponen trabas es porque en el futuro va a estar más caro".
En tanto Bour, de FIEL, considera que una brecha entre el dólar oficial y el “blue” que supere el 10% será un síntoma de problemas: indica que hay gente que quiere desprenderse de los pesos y no puede, lo cual genera tensión en el mercado. Por ahora, esa brecha oscila en un 3%.
Para Bour, la actual calma en la plaza cambiaria será difícil de sostener en el mediano plazo, dado que el público percibirá que el próximo Gobierno deberá hacer una corrección en la cotización.
En definitiva, lo que los analistas están previendo es que se produzca una caída abrupta en el deseo de los argentinos por mantener pesos en el bolsillo.
Fernando Gutiérrez - (c) iProfesional.com
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