20-6-2010 - El antiguo broker de Société Générale se confiesa en L’Engrenage, libro publicado unas semanas antes del juicio que tiene lugar en la actualidad
El antiguo broker del banco francés Société Générale se confiesa en L’Engrenage, libro publicado unas semanas antes del juicio que tiene lugar en la actualidad y por el que la entidad le acusa, entre otros, de un agujero de casi 5.000 millones de euros.
“No tuve la posibilidad de operar en los sistemas de contabilidad o de tratamiento de las operaciones (back office). El único error que cometí, al igual que otros muchos colegas, pero admito que en proporciones mayores…, fue haber insertado datos falsos en un sistema en el que Société Générale nos otorgaba los derechos, y por extensión, la capacidad de hacerlo como lo reconocerán muchas personas durante la instrucción. En ningún momento suprimí o inserté datos en los sistemas de contabilidad o back-office. Realizaba transacciones perfectamente autorizadas, en las que cometí el error de disimular los riesgos tomando operaciones inversas con contrapartidas falsas. Estas últimas iban a parar al sistema de control, donde permanecían como “no tratadas” en espera de una identificación de la contrapartida. Después de un periodo que podía ser de más de tres semanas, se anulaban automáticamente, sin que los órganos de control pidieran explicaciones”.
Es uno de los párrafos extraídos de L’Engrenage (El Engranaje, memorias de un trader, Flammarion), libro escrito por el antiguo broker de Société Générale, Jerôme Kerviel. Publicado unas semanas antes del juicio que se celebra actualmente, por el que la entidad lo acusa de haber provocado un agujero de 4.900 millones de euros, Kerviel relata en la obra cómo fue su experiencia en el banco desgranando las rutinas y operativas más comunes de su trabajo.
Tal como consigna Cotizalia, en el párrafo anterior el broker viene a decir que no tergiversó dato alguno en el sistema contable sino que disimulaba los riesgos asumidos con contrapartidas falsas y que ningún sistema de control de riesgos le pedía explicaciones posteriormente
Y, más grave aún, todas esas operaciones ficticias iban a parar a una especie de cajón de sastre en el que se quedaban marchitando hasta que se anulaban automáticamente… O sea, que quizás Kerviel sea culpable de un modus operandi nada ético (y por supuesto, arriesgado) pero, ¿es el único culpable? ¿Qué hay de los del sistema de control de la entidad?
¿Y de los superiores del broker?
Jerôme Kerviel entró a trabajar en la entidad hace diez años, cobrando algo menos de 30.000 euros brutos por un puesto en middle-office (área encargada de la revisión y evaluación de las valoraciones de instrumentos financieros y medición de riesgos). Fue pasando por distintos departamentos hasta acabar como trader, puesto que ocupó hasta 2008 cobrando alrededor de 50.000 euros anuales más bonus que sobrepasaban ligeramente su salario en sus últimos años de carrera, destaca Cotizalia.
Fue en 2008 cuando el broker salió del banco y no precisamente por la puerta grande: el caso Kerviel estalló en enero, curiosamente, unos meses antes de la crisis mundial de las subprime. Según Société Générale, el banco descubrió en ese momento un agujero de casi 5.000 millones de euros provocado por las “malas artes” de Kerviel (la entidad tuvo, de hecho, que realizar una ampliación de capital de 5.500 millones).
Tal como publica Cotizalia, el broker defendió desde el primer momento, y así lo hace también en el libro, que sus superiores conocían sus operativas y que su único objetivo era hacer ganar dinero al banco: “En 2005 teníamos que conseguir 3 millones de euros de beneficios, realizamos cinco millones, cifra que se convirtió en el objetivo a alcanzar al año siguiente en el que ganamos diez. En 2007 mi objetivo era ganar diez millones de beneficios, hice ganar al banco 55”.
Una instrucción “esponsorizada” por el banco
A lo largo de más de 250 páginas, Kerviel entona el mea culpa admitiendo haber inventado operaciones ficticias para ocultar las posiciones más arriesgadas, práctica, según él, muy común en el sector.
El broker defiende que sus superiores conocían esta operativa y que, mientras reportó dinero al banco, no sólo no hubo quejas sino que se le animaba a seguir ganando más dinero.
“Había que saber adoptar el máximo de riesgos para hacer ganar al banco el mayor dinero posible…Sentía que sobrepasaba los límites de lo razonable, pero no sabía cómo parar la maquinaria. Además, exigir parar este tipo de operaciones significaba que muchas personas conocían este modus operandi…. ¿qué interés tendrían ellas en desvelarlo si también formaban parte de este engranaje?”. Kerviel cuestiona también la independencia de la justicia durante la instrucción de su caso, instrucción, que según el broker, ha sido esponsorizada por el banco, señala el portal español.
Kerviel se enfrenta a cinco años de prisión por unas acusaciones de abuso de confianza, falsificación de documentos y de pirateo de los ordenadores de la entidad. Además, la entidad le reclama una indemnización de 4.900 millones de euros.
El broker, que en ningún momento sacó provecho de la operativa, denuncia la hipocresía del sistema financiero y se dice un simple cabeza de turco: “Sólo soy un hombre que ha cometido errores dentro de un banco que los admitió durante mucho tiempo porque ganaba dinero con ellos. Mi juicio es sólo un proceso para dar ejemplo, una especie de exorcismo por el que el sistema financiero quiere volver a parecer inmaculado designando a un cabeza de turco”.
Según Cotizalia, más allá de su inocencia o culpabilidad, es evidente que la ingeniería financiera no es invención de ningún Jerôme Kerviel y que el sistema adolece de muchos males, uno de ellos, la vertiginosa carrera por obtener beneficios a costa de casi cualquier cosa. ¿Servirá el proceso para revisar (y replantear) las bases del sistema financiero?
http://finanzas.iprofesional.com
El antiguo broker del banco francés Société Générale se confiesa en L’Engrenage, libro publicado unas semanas antes del juicio que tiene lugar en la actualidad y por el que la entidad le acusa, entre otros, de un agujero de casi 5.000 millones de euros.
“No tuve la posibilidad de operar en los sistemas de contabilidad o de tratamiento de las operaciones (back office). El único error que cometí, al igual que otros muchos colegas, pero admito que en proporciones mayores…, fue haber insertado datos falsos en un sistema en el que Société Générale nos otorgaba los derechos, y por extensión, la capacidad de hacerlo como lo reconocerán muchas personas durante la instrucción. En ningún momento suprimí o inserté datos en los sistemas de contabilidad o back-office. Realizaba transacciones perfectamente autorizadas, en las que cometí el error de disimular los riesgos tomando operaciones inversas con contrapartidas falsas. Estas últimas iban a parar al sistema de control, donde permanecían como “no tratadas” en espera de una identificación de la contrapartida. Después de un periodo que podía ser de más de tres semanas, se anulaban automáticamente, sin que los órganos de control pidieran explicaciones”.
Es uno de los párrafos extraídos de L’Engrenage (El Engranaje, memorias de un trader, Flammarion), libro escrito por el antiguo broker de Société Générale, Jerôme Kerviel. Publicado unas semanas antes del juicio que se celebra actualmente, por el que la entidad lo acusa de haber provocado un agujero de 4.900 millones de euros, Kerviel relata en la obra cómo fue su experiencia en el banco desgranando las rutinas y operativas más comunes de su trabajo.
Tal como consigna Cotizalia, en el párrafo anterior el broker viene a decir que no tergiversó dato alguno en el sistema contable sino que disimulaba los riesgos asumidos con contrapartidas falsas y que ningún sistema de control de riesgos le pedía explicaciones posteriormente
Y, más grave aún, todas esas operaciones ficticias iban a parar a una especie de cajón de sastre en el que se quedaban marchitando hasta que se anulaban automáticamente… O sea, que quizás Kerviel sea culpable de un modus operandi nada ético (y por supuesto, arriesgado) pero, ¿es el único culpable? ¿Qué hay de los del sistema de control de la entidad?
¿Y de los superiores del broker?
Jerôme Kerviel entró a trabajar en la entidad hace diez años, cobrando algo menos de 30.000 euros brutos por un puesto en middle-office (área encargada de la revisión y evaluación de las valoraciones de instrumentos financieros y medición de riesgos). Fue pasando por distintos departamentos hasta acabar como trader, puesto que ocupó hasta 2008 cobrando alrededor de 50.000 euros anuales más bonus que sobrepasaban ligeramente su salario en sus últimos años de carrera, destaca Cotizalia.
Fue en 2008 cuando el broker salió del banco y no precisamente por la puerta grande: el caso Kerviel estalló en enero, curiosamente, unos meses antes de la crisis mundial de las subprime. Según Société Générale, el banco descubrió en ese momento un agujero de casi 5.000 millones de euros provocado por las “malas artes” de Kerviel (la entidad tuvo, de hecho, que realizar una ampliación de capital de 5.500 millones).
Tal como publica Cotizalia, el broker defendió desde el primer momento, y así lo hace también en el libro, que sus superiores conocían sus operativas y que su único objetivo era hacer ganar dinero al banco: “En 2005 teníamos que conseguir 3 millones de euros de beneficios, realizamos cinco millones, cifra que se convirtió en el objetivo a alcanzar al año siguiente en el que ganamos diez. En 2007 mi objetivo era ganar diez millones de beneficios, hice ganar al banco 55”.
Una instrucción “esponsorizada” por el banco
A lo largo de más de 250 páginas, Kerviel entona el mea culpa admitiendo haber inventado operaciones ficticias para ocultar las posiciones más arriesgadas, práctica, según él, muy común en el sector.
El broker defiende que sus superiores conocían esta operativa y que, mientras reportó dinero al banco, no sólo no hubo quejas sino que se le animaba a seguir ganando más dinero.
“Había que saber adoptar el máximo de riesgos para hacer ganar al banco el mayor dinero posible…Sentía que sobrepasaba los límites de lo razonable, pero no sabía cómo parar la maquinaria. Además, exigir parar este tipo de operaciones significaba que muchas personas conocían este modus operandi…. ¿qué interés tendrían ellas en desvelarlo si también formaban parte de este engranaje?”. Kerviel cuestiona también la independencia de la justicia durante la instrucción de su caso, instrucción, que según el broker, ha sido esponsorizada por el banco, señala el portal español.
Kerviel se enfrenta a cinco años de prisión por unas acusaciones de abuso de confianza, falsificación de documentos y de pirateo de los ordenadores de la entidad. Además, la entidad le reclama una indemnización de 4.900 millones de euros.
El broker, que en ningún momento sacó provecho de la operativa, denuncia la hipocresía del sistema financiero y se dice un simple cabeza de turco: “Sólo soy un hombre que ha cometido errores dentro de un banco que los admitió durante mucho tiempo porque ganaba dinero con ellos. Mi juicio es sólo un proceso para dar ejemplo, una especie de exorcismo por el que el sistema financiero quiere volver a parecer inmaculado designando a un cabeza de turco”.
Según Cotizalia, más allá de su inocencia o culpabilidad, es evidente que la ingeniería financiera no es invención de ningún Jerôme Kerviel y que el sistema adolece de muchos males, uno de ellos, la vertiginosa carrera por obtener beneficios a costa de casi cualquier cosa. ¿Servirá el proceso para revisar (y replantear) las bases del sistema financiero?
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