4-7-2010 - Ya es un clásico. Cuando arrecian las dudas sobre la recuperación global y vuelven los estertores a los mercados, los inversores extranjeros empiezan a preguntarse otra vez sobre la probabilidad de un accidente financiero en la Argentina. Aún cuando en los últimos dos años ese patrón activó sólo falsas alarmas.
Pero esta vez hasta los analistas más duros con el país llaman a la calma y recomiendan no dejarse llevar por esos “reflejos históricos”. Es el caso de Daniel Volberg, de Morgan Stanley, que casi suena esperanzador, al asegurar que el mediano plazo alberga la promesa de cierta normalización para la Argentina.
Su razonamiento hace pie, por un lado, en el hecho de que el país cuenta hoy con colchones de liquidez que exceden sus necesidades de financiamiento durante los próximos 18 meses. Pero también se entusiasma con la posibilidad de un recambio político el año que viene y una administración que heredará fundamentals muy sólidos.
“El mayor cambio sería una reducción de la interferencia estatal en la economía”, apunta el analista, para agregar que si algo se interpone hoy en el camino de la Argentina hacia un crecimiento de largo plazo sustentable es precisamente su pobre clima de negocios, nutrido por una clara predilección por la heterodoxia y el intervencionismo. Por último, la posibilidad de un demorado pero factible regreso al mercado en el mediano plazo también debería moldear –y suavizar– la percepción de riesgo que hoy se tiene de la Argentina, argumenta. Su conclusión: el temor del mercado a un accidente financiero en el horizonte es desproporcionado.
Sin embargo, Boris Segura, del Royal Bank of Scotland, introduce cierto matiz que diluye un poco el optimismo atado al cambio de signo político.
El analista acaba de revisar su pronóstico para el PIB del 4,4% al 7% para este año, convencido de que los Kirchner buscarán dar batalla en las elecciones alimentando aún más el boom de consumo actual, tanto público como privado.
“Esta estrategia probablemente exacerbará las actuales distorsiones en la economía, dejando una herencia pesada a la próxima administración. Si bien esto no modifica nuestra visión de un cambio de régimen en 2011, podría sacrificar el shock positivo de la transición en el crecimiento”, explica.
En todo caso, la Argentina parecería tener una chance de levantarse. Aunque el entusiasmo es un ejercicio filoso en un país que siempre encuentra la forma de sabotearse.
Laura García, Editora de Finanzas - cronista.com
Pero esta vez hasta los analistas más duros con el país llaman a la calma y recomiendan no dejarse llevar por esos “reflejos históricos”. Es el caso de Daniel Volberg, de Morgan Stanley, que casi suena esperanzador, al asegurar que el mediano plazo alberga la promesa de cierta normalización para la Argentina.
Su razonamiento hace pie, por un lado, en el hecho de que el país cuenta hoy con colchones de liquidez que exceden sus necesidades de financiamiento durante los próximos 18 meses. Pero también se entusiasma con la posibilidad de un recambio político el año que viene y una administración que heredará fundamentals muy sólidos.
“El mayor cambio sería una reducción de la interferencia estatal en la economía”, apunta el analista, para agregar que si algo se interpone hoy en el camino de la Argentina hacia un crecimiento de largo plazo sustentable es precisamente su pobre clima de negocios, nutrido por una clara predilección por la heterodoxia y el intervencionismo. Por último, la posibilidad de un demorado pero factible regreso al mercado en el mediano plazo también debería moldear –y suavizar– la percepción de riesgo que hoy se tiene de la Argentina, argumenta. Su conclusión: el temor del mercado a un accidente financiero en el horizonte es desproporcionado.
Sin embargo, Boris Segura, del Royal Bank of Scotland, introduce cierto matiz que diluye un poco el optimismo atado al cambio de signo político.
El analista acaba de revisar su pronóstico para el PIB del 4,4% al 7% para este año, convencido de que los Kirchner buscarán dar batalla en las elecciones alimentando aún más el boom de consumo actual, tanto público como privado.
“Esta estrategia probablemente exacerbará las actuales distorsiones en la economía, dejando una herencia pesada a la próxima administración. Si bien esto no modifica nuestra visión de un cambio de régimen en 2011, podría sacrificar el shock positivo de la transición en el crecimiento”, explica.
En todo caso, la Argentina parecería tener una chance de levantarse. Aunque el entusiasmo es un ejercicio filoso en un país que siempre encuentra la forma de sabotearse.
Laura García, Editora de Finanzas - cronista.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No insultos, No palabras obsenas, NO razismo