En el marco de la décima Asamblea de la Asociación Interamericana de Periodistas de Economía y Finanzas (AIPEF), que se llevó a cabo en Santiago de Chile, José de Gregorio, Presidente del Banco Central del país anfitrión, se refirió a la importancia de la transparencia en la banca central moderna, en particular cuando la política monetaria sigue un esquema de metas de inflación.
En líneas generales, un régimen de metas de inflación se caracteriza por el anuncio oficial de una proyección inflacionaria, con algún margen de tolerancia, para uno o varios períodos. Estos regimenes proliferaron durante la última década y entre los primeros países que optaron por su implementación están Nueva Zelanda (1990), Chile (1991) y Gran Bretaña (1992).
En septiembre de 2003, la Argentina suscribió con el FMI un Memorando de Política Económica, por el cual ingresó en el régimen y en el Banco Central se formó el “Comité de Metas de Inflación”, a fin de cumplir las tareas necesarias para la puesta en práctica de este régimen de política monetaria.
Según De Gregorio, en la actualidad, tanto por los requerimientos que las sociedades democráticas imponen a entidades autónomas como los bancos centrales, como por la eficiencia de la política monetaria, la transparencia se convirtió en un factor clave.
En las últimas décadas, los bancos centrales en general, han intentado aumentar sus niveles de transparencia. La época en que su tarea era compleja de entender, paulatinamente ha ido quedando atrás.
Tradicionalmente la opinión pública, por no contar con una adecuada información, concibió al Banco Central como un conciliábulo de tecnócratas. Hoy, resulta necesario que la sociedad comprenda la misión primaria de la entidad, que es la provisión de un elemento fundamental para la economía como la estabilidad, indispensable para el crecimiento económico.
En el caso argentino, la entrega de información está consagrada en la Carta Orgánica del Banco Central. El artículo 3º ordena a la entidad dar a publicidad, antes del inicio de cada ejercicio anual, su Programa Monetario para el ejercicio siguiente, informando sobre la meta de inflación y la variación total de dinero proyectadas. Con frecuencia trimestral, o cada vez que se prevean desvíos significativos respecto de las metas informadas, deberá hacer públicas las causas del desvío y la nueva programación.
Los desvíos son admisibles porque la inflación no es una variable que pueda controlarse de manera completa en el corto plazo, más aún en una economía global con volatilidad de precios en materias primas de exportación.
Asimismo, publica el Informe Trimestral de Seguimiento del Programa Monetario en su página web, así como también los informes de inflación, base monetaria, informaciones sobre operaciones de pases (mediante las que opera sobre la oferta de dinero), entre otros temas.
Tal es la importancia de la información, que incumplir en brindarla por parte de los integrantes del directorio, es causal de remoción.
Asimismo, el artículo 42 de la citada Carta Orgánica dispone que el Banco debe compilar y publicar regularmente las estadísticas monetarias y financieras. Podrá también hacer lo propio en relación a la balanza de pagos y las cuentas nacionales. También se faculta a la entidad a realizar investigaciones técnicas sobre temas de interés para la política monetaria, cambiaria y financiera.
En el pasado, cuando la implementación de la política monetaria se hacía con otro tipo de formulación, los requerimientos de información eran menores. Por ejemplo, en regímenes de tipo de cambio fijo bastaba que el público observara diariamente el mantenimiento de la paridad cambiaria para monitorear el cumplimiento del objetivo. Algo similar sucede cuando los bancos centrales ejecutan su política monetaria. En tal caso, alcanza con revisar la evolución de los agregados en cuestión para verificar que se estén cumpliendo las metas.
Durante la convertibilidad con tipo de cambio fijo de 1991-2001, el BCRA perdió su función de ejecutor de la política cambiaria, debiendo ceñirse a actuar como caja de conversión, cambiando pesos por dólares o viceversa a la paridad establecida.
En realidad, en todo ese período, el Central fue blanco de severas restricciones que no le permitieron desarrollar una política monetaria autónoma. Con la reforma de 2002, finalmente, recuperó las funciones clásicas de la banca central.
FUENTE: Ariel Sternschein
zonabancos.com
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