17-7-2010 - Es cierto que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema previsional acumula activos por 150.000 millones de pesos, tal como se informa oficialmente? La respuesta es afirmativa si los datos son analizados con mirada de contador o desde un punto de vista formal. Pero si se los observa con ojos de economista, la realidad es que en el FGS de la ANSeS hay sólo un 40 por ciento del monto señalado, ya que el 60 por ciento restante son títulos públicos. Es decir que se trata de una acreencia de un organismo del Estado con el mismo Estado.
Trazando analogía con una empresa, es como si en el activo de la compañía figurara un pagaré de esa misma firma. Su importancia económica sería nula, y en la contabilidad habría como contrapartida un pasivo equivalente que cancelaría todo efecto.
Nada sustancial se modificaría si la ANSeS dejara de considerar como propios los alrededor de 90.000 millones de pesos de títulos públicos que figuran en la cartera del FGS. Para empezar es un activo que se supone indisponible. Aparecen en la cartera, pero los vencimientos no se cobran sino que se refinancian automáticamente, y casi todo el rendimiento devengado se capitaliza o se reinvierte en títulos públicos.
Se podría contraargumentar que eso es así en tanto la ANSeS no necesite recurrir al FGS, pero llegado el caso de necesidad el Estado deberá afrontarla. La respuesta a eso es que en un sistema previsional estatal es, obviamente, el Estado el encargado de hacer frente a un caso de necesidad. Con o sin títulos públicos de por medio (distinto era con las AFJP: en ese sistema de cuentas personales, los títulos públicos en cartera de las administradoras documentaban una deuda del Estado con individuos privados).
El mismo razonamiento que se aplicó a los títulos públicos en cartera de la ANSeS es válido para los 22.600 millones de dólares de Letras del Tesoro que el Banco Central tiene contabilizados en su balance. En su gran mayoría las recibió a cambio de la cancelación con reservas de deuda externa. Es un título a perpetuidad que sólo cubre apariencias. Nada sustancial cambiaría en el patrimonio si la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont tachara ese activo del haber.
Pero esta manera de entender el tema sí cambia sustancialmente la gravitación de la deuda pública, que de por sí ha caído muchísimo en el último quinquenio. El informe mensual del Estudio Bein muestra que en proporción al Producto Bruto Interno, la deuda pasó de representar el 74,1 por ciento en 2005 al 44,7 por ciento actualmente. Para tener una idea de lo poco que eso significa basta tener en cuenta que el conjunto de los países de la zona del euro deben el equivalente a casi el 90 por ciento del PBI, y que en Italia y Grecia la deuda es mayor al PBI.
El peso de la deuda es aún mucho menor si se excluye la deuda intra-estatal, que como se vio es un pasivo que aparece en los papeles contables pero tiene escasa relevancia económica. En el informe citado se señala que sobre un total de 154.000 millones de dólares que el Estado debía a fines del año pasado, alrededor de 60.000 millones era deuda intra-estatal, sumando las acreencias con el Tesoro que tenían la ANSeS, el Banco Central y otros organismos públicos como PAMI, AFIP y Lotería Nacional. O sea que si se tachaba de activos y pasivos la deuda intra-estatal, la deuda pública habría quedado acotada a algo más de 90.000 millones de dólares.
Además, el informe apunta que existen otros 16.200 millones de deuda con organismos financieros internacional (Banco Mundial, BID, etc.), cuyos vencimientos se cubren fácilmente con los nuevos créditos de esas instituciones.
Con lo cual la deuda pública con privados a fines de 2009 quedaba reducida a la mitad. Y esos 78.000 millones de dólares equivalían al 25 por ciento del Producto Bruto Interno del país. Miguel Bein estima que este año esa proporción seguirá disminuyendo hasta llegar al 20,8 por ciento.
Puesto en perspectiva histórica, en 2005 esa relación entre deuda con privados y tamaño de la economía era del 55,1 por ciento, más de dos veces y media superior. El informe explica: “Las cancelaciones netas con superávit financiero hasta 2007, la licuación de la deuda indexada a partir de entonces, la estatización de los fondos de pensiones, la colocación de letras a organismos intra sector público y la compra de deuda en el mercado a precios de default, en conjunto con un fuerte crecimiento del PBI en dólares, generó un desplome en el ratio entre deuda que flota y PBI” (la “licuación” hace referencia al impacto de la manipulación de la inflación sobre los títulos ajustados por CER).
La refinanciación automática de la deuda intra-estatal implica para este año un alivio en los vencimientos de capital e intereses por 6.250 millones de dólares (una tercera parte del total), y para el 2011 por 3.400 millones (una quinta parte).
El brutal desendeudamiento (que en el caso de la “licuación” fue hecho a lo bruto) ha dado lugar a una de las diferencias estructurales clave entre la situación macroeconómica posconvertibilidad y la de los treinta años anteriores. Al punto que hasta la calificadora de riesgo Fitch incluyó entre los argumentos para elevar de categoría a los títulos públicos argentinos que las “necesidades de financiamiento del sector público son relativamente administrables”. Para esa agencia, recién ahora la deuda argentina dejó de estar en riesgo de default. Para las otras, el peligro no pasó. Es increíble que haya personas inteligentes y poderosas que les sigan prestando atención.
Marcelo Zlotogwiazda - http://www.elargentino.com
Trazando analogía con una empresa, es como si en el activo de la compañía figurara un pagaré de esa misma firma. Su importancia económica sería nula, y en la contabilidad habría como contrapartida un pasivo equivalente que cancelaría todo efecto.
Nada sustancial se modificaría si la ANSeS dejara de considerar como propios los alrededor de 90.000 millones de pesos de títulos públicos que figuran en la cartera del FGS. Para empezar es un activo que se supone indisponible. Aparecen en la cartera, pero los vencimientos no se cobran sino que se refinancian automáticamente, y casi todo el rendimiento devengado se capitaliza o se reinvierte en títulos públicos.
Se podría contraargumentar que eso es así en tanto la ANSeS no necesite recurrir al FGS, pero llegado el caso de necesidad el Estado deberá afrontarla. La respuesta a eso es que en un sistema previsional estatal es, obviamente, el Estado el encargado de hacer frente a un caso de necesidad. Con o sin títulos públicos de por medio (distinto era con las AFJP: en ese sistema de cuentas personales, los títulos públicos en cartera de las administradoras documentaban una deuda del Estado con individuos privados).
El mismo razonamiento que se aplicó a los títulos públicos en cartera de la ANSeS es válido para los 22.600 millones de dólares de Letras del Tesoro que el Banco Central tiene contabilizados en su balance. En su gran mayoría las recibió a cambio de la cancelación con reservas de deuda externa. Es un título a perpetuidad que sólo cubre apariencias. Nada sustancial cambiaría en el patrimonio si la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont tachara ese activo del haber.
Pero esta manera de entender el tema sí cambia sustancialmente la gravitación de la deuda pública, que de por sí ha caído muchísimo en el último quinquenio. El informe mensual del Estudio Bein muestra que en proporción al Producto Bruto Interno, la deuda pasó de representar el 74,1 por ciento en 2005 al 44,7 por ciento actualmente. Para tener una idea de lo poco que eso significa basta tener en cuenta que el conjunto de los países de la zona del euro deben el equivalente a casi el 90 por ciento del PBI, y que en Italia y Grecia la deuda es mayor al PBI.
El peso de la deuda es aún mucho menor si se excluye la deuda intra-estatal, que como se vio es un pasivo que aparece en los papeles contables pero tiene escasa relevancia económica. En el informe citado se señala que sobre un total de 154.000 millones de dólares que el Estado debía a fines del año pasado, alrededor de 60.000 millones era deuda intra-estatal, sumando las acreencias con el Tesoro que tenían la ANSeS, el Banco Central y otros organismos públicos como PAMI, AFIP y Lotería Nacional. O sea que si se tachaba de activos y pasivos la deuda intra-estatal, la deuda pública habría quedado acotada a algo más de 90.000 millones de dólares.
Además, el informe apunta que existen otros 16.200 millones de deuda con organismos financieros internacional (Banco Mundial, BID, etc.), cuyos vencimientos se cubren fácilmente con los nuevos créditos de esas instituciones.
Con lo cual la deuda pública con privados a fines de 2009 quedaba reducida a la mitad. Y esos 78.000 millones de dólares equivalían al 25 por ciento del Producto Bruto Interno del país. Miguel Bein estima que este año esa proporción seguirá disminuyendo hasta llegar al 20,8 por ciento.
Puesto en perspectiva histórica, en 2005 esa relación entre deuda con privados y tamaño de la economía era del 55,1 por ciento, más de dos veces y media superior. El informe explica: “Las cancelaciones netas con superávit financiero hasta 2007, la licuación de la deuda indexada a partir de entonces, la estatización de los fondos de pensiones, la colocación de letras a organismos intra sector público y la compra de deuda en el mercado a precios de default, en conjunto con un fuerte crecimiento del PBI en dólares, generó un desplome en el ratio entre deuda que flota y PBI” (la “licuación” hace referencia al impacto de la manipulación de la inflación sobre los títulos ajustados por CER).
La refinanciación automática de la deuda intra-estatal implica para este año un alivio en los vencimientos de capital e intereses por 6.250 millones de dólares (una tercera parte del total), y para el 2011 por 3.400 millones (una quinta parte).
El brutal desendeudamiento (que en el caso de la “licuación” fue hecho a lo bruto) ha dado lugar a una de las diferencias estructurales clave entre la situación macroeconómica posconvertibilidad y la de los treinta años anteriores. Al punto que hasta la calificadora de riesgo Fitch incluyó entre los argumentos para elevar de categoría a los títulos públicos argentinos que las “necesidades de financiamiento del sector público son relativamente administrables”. Para esa agencia, recién ahora la deuda argentina dejó de estar en riesgo de default. Para las otras, el peligro no pasó. Es increíble que haya personas inteligentes y poderosas que les sigan prestando atención.
Marcelo Zlotogwiazda - http://www.elargentino.com
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