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15 abril 2010

OPINIÓN: La Argentina dejará de ser "defaulteador serial" pero su nota no cambiará

Los analistas de las tres principales agencias de rating del mundo coincidieron en que la operación que se pondrá en marcha en estos días es sólo el primer paso de un largo camino. Sepa cuáles son los factores que inciden en favor o en contra para lograr superar la condición de "defaulteador serial"

El Gobierno está a punto de concretar una de sus mayores apuestas de los últimos tiempos: el canje de deuda.

Al hacerlo, regularizará la situación de la mayor parte de los u$s 20.000 millones que están en manos de los holdouts desde la declaración de default en el 2002.

Y con ello estará en condiciones de cerrar toda una etapa signada por los múltiples reclamos realizados por éstos contra el Estado argentino, radicadas en su gran mayoría ante el famoso juez Thomas Griessa, en los Tribunales de Nueva York.

Desde el propio Gobierno se menciona en forma reiterada que con el canje el país logrará amigarse con el mundo financiero y por ende podrá volver a colocar nueva deuda a tasas mucho más bajas que las reinantes en los últimos tiempos.

En tal sentido, ya se menciona que en forma paralela a esta operación, se está trabajando en la estructuración de un bono por u$s1.000 millones, con la aspiración de que su tasa de interés se ubique por debajo del dígito.

Pero esta visión optimista se enfrenta a la opinión de los analistas del sector privado, para quienes el canje es sólo un primer paso en el intento del Gobierno nacional de retornar a los mercados internacionales.

El economista Luis Palma Cané sostuvo en tal sentido, que “la tasa de un dígito no debería ser un objetivo, sino que la prioridad de Argentina debería ser lograr un riesgo país que se aproxime al de los países normales”.

Para Marina Dal Poggeto, economista del Estudio Bein, la medida “es un paso significativo en la normalización de la deuda en default del 2005, y en el acercamiento a los mercados”.

Pero para que este paso se convierta en una caminata al éxito, es opinión generalizada que deberá avanzarse en el tantas veces postergado acuerdo con el Club de Paris y en el restablecimiento de relaciones con el FMI.

Sucede que, a pesar de la intención oficial, no es posible segmentar estos acuerdos, dado que las normas que regulan a todas estas entidades estipulan con claridad que están estrechamente vinculados.

Claro está que esto último tiene implícito un aspecto no deseado por el Gobierno, como es el examen de la economía local, que el organismo realiza con todos sus miembros, pero al que la Argentina se ha negado sistemáticamente desde 2006.

Si como todos presumen, el canje alcanza un elevado grado de adhesión, la Argentina estará en condiciones de borrar el calificativo de “defaulteador serial” que carga sobre sus espaldas y reforzará su reputación en el contexto financiero internacional.

La opinión de las calificadoras coincide con los expertos
Las calificadoras de riesgo consultadas por iProfesional.com coincidieron que aun en el mejor de los casos, la concreción de la operación tendrá sólo un efecto parcial en la nota actual del país.

En este punto cabe señalar que Argentina se encuentra desde hace varios años en el “fondo de la tabla de posiciones” a nivel continental.
Según Moody´s, el país tiene una posición similar a la de Paraguay (B3), por debajo de Bolivia y Venezuela (B2) y muy lejos de Chile, que ostenta una contundente A1.

En el caso de S&P la situación es similar, en cuanto a la ubicación, salvo que en este caso está en línea con Bolivia (B-).

Por último, para Fitch Ratings, aún mantiene la situación de Default (RD), por lo que también se ubica en el último lugar entre los países de América latina, sujetos a ser calificados.

Para las agencias, el canje de bonos no jugará un papel fundamental para la elevación de la nota, ya que consideran que este punto es sólo una parte de un esquema mucho más complejo.

Pero también toman en cuenta su aspecto positivo, ya que como expresara Casey Reckman, directora de Fitch Rating, “un elevado nivel de participación podría allanar el camino de retorno a los mercados internacionales de capital por primera vez desde el default de 2001, así como reducir los riesgos asociados con acciones legales por los inversores”.

Según Reckman, su calificadora podría modificar el rating de largo plazo, dejando atrás la nota RD (situación de default), sólo si “el canje propuesto de deuda en bonos se ejecuta con éxito”.

No obstante, es altamente probable que las calificaciones soberanas del país permanezcan en una categoría altamente especulativa debido a la suma de diversas presiones macroeconómicas y financieras.

Reckman sostuvo que “el perfil de crédito de la Argentina seguirá siendo limitado por su desempeño macroeconómico y las volátiles relaciones del gobierno, a la vez que la deuda sigue siendo elevada si se la compara con otros riesgos soberanos calificados en las catergorías que van desde la B- a B +'”.

La directora de Fitch también consideró que “si se renueva el acceso a los mercados internacionales de capital, ello le permitiría al Gobierno optar por un mayor endeudamiento en lugar de un ajuste fiscal en el mediano plazo”.

Otro de los puntos que la llevan a mantener la prudencia en cuanto a la nota, pasa por “las preocupaciones de los inversionistas sobre la transparencia y la fiabilidad de los datos oficiales, el aumento de la polarización política y la incertidumbre sobre la futura orientación de la política económica”.

Según Reckman, estos factores “podrían limitar la capacidad de captación de fuentes voluntarias de mercado de financiamiento externo”.

En el mejor de los casos, la Argentina sólo podría aspirar a elevar su nota hasta la categoría B, porque tiene algunas fortalezas pero también importantes debilidades, frente a otras naciones que ostentan esta misma categoría.

De cumplirse este cambio, el país estaría en un pie de igualdad con Bolivia y Venezuela.

Gabriel Torres, analista de Moody’s, consideró que “el avance del canje de deuda, si se resuelve de manera favorable, es algo muy positivo para que se abra la puerta del financiamiento externo”.

“Aún así, en lo que se refiere al riesgo, podemos decir que esta medida es positiva pero no suficiente para que exista un cambio en la calificación”, agregó Torres, desde Nueva York.

El analista de Moody’s sostuvo además que “lo que nos parece fundamental, más allá del problema de la inflación –al que los países se adaptan-, es la confiabilidad de las cifras oficiales”.

“Es algo que no vemos en los restantes países en los que trabajamos. Esto, por supuesto, distorsiona todas la cifras, de hecho, si queremos conocer cuál es el PBI de Argentina, es muy difícil saberlo”, consideró Torres, quien concluyó diciendo que “en cuanto no se resuelvan estos problemas, es muy difícil que se cambie la calificación de la Argentina”.

Palma Cané consideró que “una vez que se salga del default, tanto las calificadoras como los inversores comenzarán a analizar las cifras dadas por el Gobierno y las tasas que se pacten dependerán de un conjunto de cosas, pero principalmente de la confianza que el país logre”.

“La confiabilidad de los datos estadísticos es una condición fundamental para el verdadero acceso a los mercados. La sola salida del default no garantiza que Argentina obtenga tasas bajas, ni que se recupere credibilidad”, afirmó Palma Cané a iProfesional.com.

“Es lógico que en el mercado se priorice la necesidad de estadísticas confiables, porque es el primer paso para que los inversores comiencen a mirar a la Argentina”, agregó Palma Cané.

Roberto Sifón-Arévalo, director de Grupo de Calificación de Standard & Poors, opinó en igual dirección, pues consideró que "el canje es muy importante pero no es lo único. Standard & Poor’s tenía una calificación de B+ antes de que se hablara de la operación, es decir, dos niveles por encima de la calificación actual (B-)”.

“Teniendo en cuenta esto, el avance del canje es positivo en la medida en la que ayude a otros temas, como el acceso al financiamiento. Es decir, un financiamiento al que Argentina pueda alcanzar o aceptar”, sostuvo.

Sifón-Arévalo manifestó también que “hay todavía demasiadas incógnitas para hablar de una modificación en la nota, es un poco temprano”.

“Hay que ver qué porcentaje entrará al canje, cuánto reciben los que entran y qué reacción va a tener la Justicia sobre estos temas. Se dan por sentadas una serie de cosas que aún no están aseguradas”, hizo hincapié el analista de S&P.

“También es perjudicial la desconfianza en los indicadores oficiales, y esta es una de las cosas que deberían modificarse. Cuando hay desconfianza en los datos, los prestamistas pueden elevar la tasa por el riesgo que implica o bien, no prestar el dinero”, concluyó Sifón-Arévalo.

Rubén Ramallo - Paola Quain
© iProfesional.com

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