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05 mayo 2010

OPINIÓN: No apunten sólo a Grecia

Cuando se crea el euro, el mundo económico tomó conciencia de aquello del “querer es poder”. Un conjunto de países de diversa envergadura alguno de los cuales fueron y siguen siendo motores de la economía regional y mundial, con incidencia mayúscula incluso en decisiones políticas, verlos alineándose bajo una misma moneda significó un logro de dimensiones insuperables.

El mundo no creyó en esa unidad y el pesimismo generalizado los acompañó hasta su concreción misma. Era difícil y hasta casi imposible para muchos que países con historias y vivencias tan encontradas y disímiles, pudiesen confundirse en progresar a través de una moneda única, quedando por el camino hitos mayúsculos de monedas con un valor muy arraigado que se habían impuesto en el mundo. El adiós al marco alemán ó al franco francés entre otras parecía algo imposible de creer.

Los primeros once países en asociarse al euroclub fueron: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal, los cuales vinieron trabajando desde 1993 en la creación del mismo, debiendo cumplir determinadas obligaciones para que el club pudiese funcionar correcta y ordenadamente desde el 1 de enero de 1999.

Las condiciones estaban claras y todos los que recibieron el carné de socio deberían haber sabido y conocido los números económicos y financieros de sus nuevos compañeros de ruta. Si esto no fue así y se fue contemplativo con algunos en beneficio de una unidad y contando con la promesa de un ajuste en el menor tiempo posible, se arrancó mal y eso en el tiempo se paga.

El 1 de enero de 2001 se integra Grecia al grupo y sucesivamente otros países se fueron agregando en los años siguientes hasta llegar a formar los 16 que hoy conforman la Eurozona.

La zona comunitaria comienza a trascender negativamente luego de la crisis mundial del 2008 cuando las distintas economías empiezan a hacer balance de los destrozos provocados por la misma y van aflorando tras de sí restos impensados que habían estado muy bien disimulados.
La situación se fue tensando con el correr del tiempo y las expectativas de una pronta solución se fueron diluyendo, al mismo tiempo que crecía el dedo acusador hacia algunos miembros que empezaron a ser mirados con desconfianza como si el pasado los condenase.

De la mano de una Alemania poderosa y una Francia con menos poderío, con algunas carencias pero manteniéndose dentro de los pocos intocables de la crisis, Grecia, Portugal, España e Irlanda empezaron a ser los malos de la película y a ensombrecer el panorama de una zona hasta ese momento monolítica.

Las acusaciones a malas administraciones, a desvíos imperdonables, a planes económicos y financieros alejados de la realidad y subidos a contextos irreales, fueron haciendo mella entre los socios y se aproximaron a la justicia de los mercados sin sentimientos e inexorables a la hora de subir y bajar el pulgar para elegir ganadores y perdedores.
El euro, su moneda, que había sabido estar en el pináculo de la gloria en abril del 2008 valiendo 1.60, que se había desmoronado en noviembre de ese mismo año a casi 1.25 y un año después revivía hasta llegar a 1.50, volvía en el 2010 a sumirse en una profunda depresión con pronóstico reservado.

Se empezó a hablar del fin de la eurozona ó de la salida de algunos de sus miembros, aquellos más hostigados y culpables al entender masivo del momento crucial que se vivía. A esa bolsa iban los PIGS “cerdos” (Portugal, Irlanda, Grecia y Spain).
Otros entendían que la salida debería ser de aquellos que estuviesen con economías sanas y dentro de los carriles normales de cumplimiento de los principios básicos con los que se integró el grupo, recreándose un super grupo con un super euro. A esta bolsa iban, Alemania y Francia. El resto, afuera.

En los últimos meses Grecia pareció sacarle una cabeza de ventaja a su familia de pigs y emergió como un símbolo emblemático del caos y la mentira, cuando se conoció que a ella había recurrido para ingresar al selecto club del euro.

Cifras falseadas haya por el 2000 para cerrar cuentas y presentar programas al gusto y paladar de sus jueces de área, fueron el pasaporte junto con la ayuda de consultoras de renombre internacional para abrir la puerta a un acceso que hoy se conoce como imposible de haberse llevado a cabo en condiciones normales.

Conocida la verdad, todos juzgan y con razón a Grecia que mintió en las cifras para lograr una meta solo justificable para alcanzar lo inalcanzable.

Pero nadie saca a luz que cuando el euro nació no todos lograron ajustarse a la letra estricta ó casi, de obligatoriedad a cumplir a rajatablas distintos postulados económicos. No fueron los once justamente quienes alcanzaron la estabilidad de precios estipulada y menos aún el 3% exigido como máximo para su déficit fiscal. Apenas cinco de ellos lo tenían. Lo mismo aconteció con la deuda pública a la que apenas seis de los once encuadraban dentro de lo propuesto.

Pero en esos momentos se privilegió más la entrada de promoción a un círculo virtuoso imponente, lleno de expectativas y desafíos, desconocido pero enigmáticamente desafiante, que aquella con un valor inalcanzable para algunos, pero con un sello de calidad perdurable en el tiempo.

Grecia debe ser ayudada por sus socios y por otros organismos internacionales. Todos deben pasar por caja y dejar su bono. Alemania se resiste, porque sabe que el problema griego no termina cuando se haya juntado la primera cuota de varias, sino que por el contrario no solamente ya está anotando su paga en el libro de incobrables sino que está abriendo nuevas solapas en su excel de ayuda con nombres como Portugal, España e Irlanda.

El euro y su zona de influencia van a perdurar seguramente en el tiempo y muy probablemente su armado va a tener nuevas incorporaciones con el correr de los años.

Sin embargo, esto que está pasando va a dejar huellas y heridas de difícil curación, donde se amplíe más la diferenciación entre grandes y chicos y la voz de los primeros empiece a jugar un papel de mayor relevancia que el actual donde algunos obnubilados por la bonanza pasajera pretendieron jugar por las copas internacionales cuando todavía estaban en zona de promoción y descenso.

Grecia fue y es responsable de mucho de estos males y hoy los está pagando, pero en otros hubo una ceguera tal que los hace tan culpables y responsables como el país mediterráneo.

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