La definición de la Presidenta, frente a un público de banqueros que hasta entonces se había mantenido en silencio, quedó esa vez envuelta en aplausos: “Si hablamos de créditos para la vivienda, estamos hablando de un plan destinado a los sectores medios”, señaló. Acababa de lanzar así el mejor crédito hipotecario del sistema financiero local, que en cuestión de horas empezaría a estar vigente en todas las sucursales que el Banco Nación tiene a lo largo y a lo ancho del país.
La iniciativa despertó una vorágine de consultas: según la propia entidad, fueron 18.000 durante las primeras 24 horas y unas 29.000 durante la primera semana. Una evidencia de la avidez que, desde hace tiempo, existe entre los argentinos por un buen financiamiento que los ayude a alcanzar la primera vivienda. Pero la línea no pudo evitar encontrarse, desde esos días, con la desilusión de prácticamente todos ellos: cumplido ya el primer mes de vigencia de la línea, y según confirmó a este diario el Banco Nación, sólo un 2% de quienes hicieron alguna consulta sobre la línea decidieron o pudieron iniciar el trámite. El promedio de crédito solicitado fue de u$s 44.000, a una cuota de $ 2.210 al mes y un ingreso requerido de $ 7.400. El ritmo de 5.800 consultas por día que se había registrado en la primera semana, quedó reducido a uno más razonable, en las últimas tres, de apenas 400 en todo el país. “Esto es lógico, por la primera reacción que produce el anuncio de una línea nueva. La respuesta fue muy buena: el primer día se registraron 18.000 consultas, y después esa cifra tomó un promedio más razonable. Es imposible mantener las 18.000 por día”, explicaron en el Banco Nación. Y agregaron que, a un mes del lanzamiento, “las consultas superaron las 35.000, y ya hay solicitudes por $ 125 millones, con unos $ 174 mil de crédito promedio”.
Aún así, la performance que muestra la línea lanzada por Cristina es notablemente más pobre que la que había logrado a mediados del año pasado la implementada por el Banco Hipotecario, con fondeo de la ANSeS, y aún con tasas más altas y menos sucursales en el país. En igual período, la entidad había llegado a computar 14.229 solicitudes, más de 2.100 carpetas ingresadas y unos 37 desembolsos que se hicieron efectivos.
Los analistas y banqueros coinciden en que el problema no está hoy en la calidad de la línea de crédito del Banco Nación, sino en otras variables de la economía local, como la enorme brecha que todavía existe entre el alto precio de las viviendas y el bajo nivel de los salarios argentinos.
El financiamiento lanzado por Cristina, a 20 años y de hasta $ 360.000, tiene una tasa del 12,75%, que es fija durante los primeros 36 meses, y que más tarde ajusta con el índice de salarios como tope. Pero se convierte en un sueño para pocos cuando incluye un requisito imposible de sortear para nueve de cada diez argentinos: la cuota a pagar del crédito no puede exceder el 30% del total de los ingresos percibidos por el tomador o la pareja que contraiga el crédito. De ahí que, si lo que se quiere es mudarse (actualmente un piso de los más pequeños vale en promedio unos u$s 40.000 aproximadamente), el ingreso mínimo reunido por un matrimonio, o un particular, deba ser de $ 5.426 (per cápita: $ 2.713).E problema: los hogares argentinos que reúnen ingresos mayores esa cifra representan actualmente menos del 10% en la Argentina. Con todo, en el entorno oficial no abandonan por ahora el buen humor: “La idea era movilizar y la respuesta va en esta dirección”, confió a este diario un funcionario.
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