11-8-2010 - La expansión del sector financiero podría ser real de una vez por todas.
Los bancos vuelven a contratar. Y en buena parte de las fábricas de los países emergentes los salarios aumentan, lo que hace pensar que la demanda de mano de obra supera a la oferta. Pero los endebles datos salariales en Estados Unidos la semana pasada fueron una señal para los mercados de que la recesión es más dolorosa en empleo que en producción.
El caso de Estados Unidos es el más claro. La última vez que su PIB estaba en los niveles actuales fue en 2007, cuando la tasa de desempleo estaba por debajo de la mitad del 9,5% registrado en julio.
Para la Unión Europea esta comparación no es tan dramática, ya que se han registrado niveles más altos de desempleo, pero aun así hay una tasa un 0,6% más alta que en 2003, cuando el PIB era similar.
La enfermedad del empleo pone en duda una premisa asumida por los analistas. Puede que no sea tan cierto eso de que “la clave para modelar la tasa de desempleo es el nivel de actividad económica”, como afirmó recientemente un estudio del Fondo Monetario Internacional. Parece más bien que ese crecimiento es tan sólo uno más de los factores influyentes, no el principal.
A corto plazo son cruciales los avances tecnológicos que reducen el capital humano, así como el porcentaje del PIB que proviene de actividades muy generadoras de empleo, como la construcción.
Las condiciones laborales y las prestaciones por desempleo también lo son. Durante los últimos años de bonanza, tanto las leyes europeas que incentivaban los contratos como una reducción de las prestaciones contribuyeron más a reducir el desempleo en Europa que a un leve crecimiento del PIB.
Incluso la Fed puede tener razón al decir que una baja inflación puede llevar a su ansiada meta del “pleno empleo”.
Los bancos vuelven a contratar. Y en buena parte de las fábricas de los países emergentes los salarios aumentan, lo que hace pensar que la demanda de mano de obra supera a la oferta. Pero los endebles datos salariales en Estados Unidos la semana pasada fueron una señal para los mercados de que la recesión es más dolorosa en empleo que en producción.
El caso de Estados Unidos es el más claro. La última vez que su PIB estaba en los niveles actuales fue en 2007, cuando la tasa de desempleo estaba por debajo de la mitad del 9,5% registrado en julio.
Para la Unión Europea esta comparación no es tan dramática, ya que se han registrado niveles más altos de desempleo, pero aun así hay una tasa un 0,6% más alta que en 2003, cuando el PIB era similar.
La enfermedad del empleo pone en duda una premisa asumida por los analistas. Puede que no sea tan cierto eso de que “la clave para modelar la tasa de desempleo es el nivel de actividad económica”, como afirmó recientemente un estudio del Fondo Monetario Internacional. Parece más bien que ese crecimiento es tan sólo uno más de los factores influyentes, no el principal.
A corto plazo son cruciales los avances tecnológicos que reducen el capital humano, así como el porcentaje del PIB que proviene de actividades muy generadoras de empleo, como la construcción.
Las condiciones laborales y las prestaciones por desempleo también lo son. Durante los últimos años de bonanza, tanto las leyes europeas que incentivaban los contratos como una reducción de las prestaciones contribuyeron más a reducir el desempleo en Europa que a un leve crecimiento del PIB.
Incluso la Fed puede tener razón al decir que una baja inflación puede llevar a su ansiada meta del “pleno empleo”.
El alto desempleo puede responder a muchas causas, por lo que el remedio puede ser también variado.
La expansión del sector financiero podría ser real de una vez por todas, siempre y cuando no presagie otra crisis que arrase los niveles de empleo.
FINANCIAL TIMES, EXCLUSIVO CRONISTA.COM
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