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13 marzo 2010

OPINIÓN: Postales monetarias de América latina: la Argentina no está tan sola como parece

Tras la tempestuosa salida de Martín Redrado y luego del accidentado y en apariencia fugaz paso de Mercedes Marcó del Pont, Argentina podría tener pronto un nuevo banquero central, el tercero en poco más de dos meses y esto sin contar “la transición Pesce”. Pero aún cuando los decibeles de este escándalo estén lejos en la mayoría de los casos de poder compararse con las vicisitudes que atraviesan nuestros vecinos, lo cierto es que varios banqueros centrales de la región hoy también viven lo suyo.

En Brasil, Henrique Meirelles todavía no se decide. El funcionario, que preside el Banco Central de Brasil desde 2003, prometió que definiría para fines de este mes si dará un paso al costado en la entidad para candidatearse en las próximas elecciones. “En el momento en que tome una decisión, lo anunciaré de inmediato”, dijo el viernes pasado en una conferencia organizada en Nueva York. Pero las especulaciones son la delicia de periodistas y analistas por estos días. Una revista de negocios dijo esta semana que su alejamiento es un hecho y que acompañaría como vicepresidente a Dilma Rousseff, la candidata del partido de Lula, un rumor que viene ganando fuerza desde que se bajó de la carrera por la gobernación de su estado natal Goais.


En todo caso, la encrucijada viene con un condimento algo picante, ya que el mercado también conjetura por estos días con el timing de la suba de tasas. El costo del dinero está en un mínimo histórico de 8,75% desde julio pasado y muchos apuestan a que Meirelles podría dar el gran paso tan pronto como la semana que viene en un último gesto de despedida. De todos modos, hay que decir que la incertidumbre que rodea al funcionario no parece haber hecho mella en el ánimo de los inversores. El propio Lula dijo hace poco: “No me consta que el presidente del Banco Central quiera ser candidato a nada. Pero estoy tranquilo, porque hoy podemos hacer estos cambios sin ninguna dificultad. Si fuera el caso, yo le voy a desear a él toda la suerte del mundo y vamos a elegir a otro compañero”. Está claro que no hay cabida en ese sentido para paralelos con la Argentina.


En México, ocurre otro tanto, donde hoy se promueve una revisión de la ley del banco central para tratar de preservar su autonomía luego del desembarco de un “amigo” del presidente al frente de la entidad. Es que después de doce años como titular del banco central, Guillermo Ortiz acaba de ser reemplazado luego de haber tenido serios y abiertos enfrentamientos con el presidente Felipe Calderón y su secretario de Hacienda, Agustín Carstens.


Ortiz, quien a su vez fue el primer latinoamericano en presidir el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, se ganó el respeto del mercado al ignorar la presión del Ejecutivo que insistía en la necesidad de bajar la tasa en 2008 pese a que la inflación había superado el 6% (la meta es de 3%). Según dicen, la “bronca” de Calderón con Ortiz venía de lejos. Cuando Calderón era líder de la oposición, le había pedido la cabeza de Ortiz al presidente Ernesto Zedillo a cambio de su apoyo para convertir la deuda del fondo Fobaproa (rescate bancario) en deuda del gobierno federal. Es que Ortiz era secretario de Hacienda en la crisis del 95 que obligó a un salvataje masivo del sistema financiero. Pero Zedillo nunca cumplió.


Calderón nombró ahora como sucesor de Ortiz a Carstens, su antiguo secretario de Hacienda, lo que ha puesto en alerta a la oposición. El proyecto que hoy se impulsa, y que incluye por ejemplo la publicación de las minutas de las reuniones al estilo de la Fed para darle mayor transparencia a la institución y la adopción del crecimiento económico como uno de los mandatos además de la inflación, propone que no sea el Secretario de Hacienda sino el propio titular del banco quien presida la Comisión de Cambios, como una forma de reforzar la autonomía del banco, hoy limitada por ese voto decisivo.


No podía faltar, por supuesto, el caso venezolano. Tras la reforma del año pasado, que habilitó a la entidad emisora a adquirir bonos de la industria petrolera para luego traspasarlos a un fondo, ahora el presidente Chávez va por más al pretender que el ministro de Finanzas forme parte del directorio del organismo. La ley de la institución lo prohibe expresamente, por lo que hasta ahora el representante del Gobierno en esa instancia era el ministro de Planificación. El problema es que los despachos de Planificación y Finanzas acaban de fusionarse y Chávez no ha tenido empacho en proponer un remiendo de la ley, pese a las voces indignadas que advertían que los representantes del ente que entrega el dinero (el Central) y los del que lo gasta (Gobierno) no deberían “sentarse a la misma mesa”.


Y no es que los bancos centrales del desarrollo estén inmunes. Basta pensar en la ajetreada confirmación de Ben Bernanke al frente de la Fed luego de un salvaje tiroteo en el Congreso y la profunda reforma que hoy busca despojar al banco central más poderoso del mundo de buena parte de sus poderes de supervisión tras una crisis que, según muchos, ayudó a engendrar y apenas pudo contener.


Aunque se las ingenie siempre para dar la nota, la Argentina no está sola. Lamentablemente.

Fuente: Por Laura García. Editora de Finanzas & Mercados - cronista.com


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